Como dice la canción, las cosas que yo hice por vos no las hice por nadie. Pasó el Día del Hincha, pero el sentimiento trasciende.
Gimnasia nos marca el camino de la semana, nos orienta en lo cotidiano. Gimnasia nos hace pensar cuál es el partido que se jugará en enero en Mar del Plata. Gimnasia te lleva a Avellaneda un día de semana para ver al Futsal. Gimnasia te hace emocionar con las Casamiquela y sus gigantes. Gimnasia te pide la mano de tu hija y te lleva a ver la murga 60 y 118. Gimnasia te llama y vos estás: en el básquet, en Estancia, en Bosquecito, con una rifa, con una cena.
Gimnasia es un modo de vida, una locura organizada de tres siglos.
Por Gimnasia lloramos, puteamos y festejamos.
Caminando por las calles de Roma ante infinitos turistas, me crucé un tripero un día que jugábamos un clásico. Los dos con la camiseta… nerviosos, ansiosos. Mil fotos orgullosas cuales nenes, para atestiguar el momento. Seguro, tripero/tripera, te pasó lo mismo en cualquier rincón del mundo.
En Necochea, de pibe me crucé a un loco con la casaca azul y blanca. Me senté en una plaza durante un largo rato para recordar partidos, momentos. En el Bosque, un hincha me contó como creó canciones luego de comernos seis con Vélez, mientras volvíamos bajoneados por calle 60. La mejor fue “yo te quiero Lobizón, a vos te sigo a todos lados”, pronta a cumplir tres décadas.
Ayer 10 de diciembre, fue el día del hincha, una jornada simbólica que recuerda nuestra lucha por tener lo nuestro: las tierras. Como acceder a un Procrear y disfrutar tu casita, algo así, pero con un Estado que te decía: no podés, no podés, no podés. Hasta que pasaron 20 años y alguien dijo “Sí, se puede”. Pero ese poder colectivo, organizado, desde abajo.
Para celebrarlo, triperas y triperos donaron sangre acá en Europa. Agarraron unos y organizaron una muestra de arte, otros crearon hace unos años un torneo de fútbol para aumentar el patrimonio (ahora compas, mientras los aplaudo una sugerencia constructiva, ¡abran la cancha que las triperas quien jugar!).
Volviendo a ayer, me apuré en la ruta para llegar a verlo, ordené el domingo en función del partido. Nos re calentamos porque el lobo perdió en Avellaneda… dos goles recibidos en posición de ataque, falta de actitud en el segundo tiempo… pero es un dolor de raspadura, pasan los días y sana. El resultado es anécdota cuando Gimnasia es una elección de vida, una manera de dar sentido a nuestros días.
Y pasa el tiempo eh, y los medios nos dicen “hacete de Boca”… “hacete de river”… y el argumento del tener, y querer salir campeón. ¡Obvio que quiero salir campeón! Pero no te olvides que mi abuelo salió a festejar en el 29, y mi viejo en el 94, aunque tu paladar colonizado por el Diario Olé no lo quiera reconocer. Como dice el gordo Aché, de pobres tenemos la billetera, porque Gimnasia tiene patrimonio: un predio hermoso a cuarenta minutos del Obelisco, una sede de recitales míticos en calle 4, el Bosquecito con su escuela, nuestro glorioso estadio con la pileta olímpica que en enero se llena de pibes. Pero sobre todo, el patrimonio más importante que no se cotiza, porque es infinito: nuestro pueblo.
Por eso y por todo lo que estás pensando mientras leías, triperos, felices días… tenemos con qué.
