Si algo le faltaba a esta gestión era dejar ir a Maradona. Pero lo hizo, y concluyó tres años para el recuerdo de lo que no hay que repetir.
Gimnasia vive días en pocas horas, una intensidad inusitada producto de sus incertidumbres constantes. Nadie sabe con exactitud cuánto debe el club, pocos pueden explicar qué sucedió con las tierras de Estancia Chica, algunos se llevarán a sus cercanos lo qué pasó con Maradona.
El Diego llegó a principios de Septiembre a Gimnasia, movió al mundo con su regreso al fútbol argentino. Letra G informó la noticia un domingo por la noche y al fin de semana siguiente el bosque explotó. Emocionado, Maradona cantó como un hincha más y daría pie a un sinfín de títulos en conferencias. “La yunta de enfrente”, “la mitad más uno de La Plata está feliz” y “de acá no me saca ni gendarmería”, fueron algunas frases para el recuerdo. Incluso, nos hizo cantar a los periodistas en la última conferencia que “el Diego es del Lobo y del Lobo no se va”. En privado, luego, habló de política y repudió el golpe de Estado en Bolivia. “Se van a levantar muchos pueblos, hay que repartir la torta”, nos dijo mirando a los ojos como un entrenador de boxeo entre rounds. Fueron las últimas palabras para la prensa, bajo la custodia de Mar del Plata.
Se siente por estar horas el dolor de los hinchas, late el sentimiento ambiguo de los triperos en un Martes de aniversario de la ciudad que vio nacer a Gimnasia cuando era bebé, ahí cerquita, a la par.
Maradona fue fiel a su manera de comprender la vida: fidelidad al que lo trajo pase lo que pase, como un gesto político que no está escrito pero se traduce en códigos. Fue la última jugada pensada por la gestión, capitalizar al diez para asegurar la continuidad en el poder, traducido en “unidad”.
Maradona no tiene la culpa de una gestión que dejó concursado al club, al equipo en zona de descenso y que no realizó obras. Maradona no es culpable de que el Club más lindo del mundo no venda un jugador bien vendido en tres años.
Maradona no es culpable que la ‘manada’ acceda a una remera más barata en un local comercial que en la Sede.
Pero Maradona recibió más de lo que dio. Si, el amor del pueblo tripero y de un club que lo abrazó en todo momento. Hay que decirlo.
Ya es secundario la política de cerrarle las puertas a los hinchas en las prácticas, o de priorizar los medios porteños y empresas platenses por sobre los colegas partidarios.
Hoy es un día donde festejan las ‘radios de poca monta’, porque se rompió esta relación corta e intensa con Gimnasia.
Cinco partidos perdidos y tres ganados, la deuda de ganar en el bosque y la paradoja de golear de visitante, son datos para la historia en un club que tiene las elecciones -necesarias- más inesperadas en los últimos tiempos, con ánimos caldeados y futuro incierto.
Se va otra peor gestión que intentó hasta último momento pasar por arriba el estatuto, que no hizo autocrítica y que se llevó a Diego a su casa como el nene que no comparte la golosina en el recreo.
Se va un grupo con mala imagen en redes y algunos insultos en el bosque... quedan los números rojos, las obras inconclusas y un abismo cercano en el fútbol profesional.
Se va Pellegrino, se va la impericia. Se va Maradona, se va un sueño.