Suenan y suenan los nombres de posibles refuerzos, sin embargo, Gimnasia debe apostar fuerte por una sola realidad: el orden económico e institucional.
La importante deuda que el Club mantiene con el plantel, el esfuerzo desmedido de quienes encabezan cada disciplina y la mala noticia acerca de la demanda que habría presentado el Moncho Fernández a Gisande en primer término y a Gimnasia después, dejan en un segundo plano la oleada de rumores acerca de los posibles refuerzos que pueden llegar.
¿Cómo reaccionarán los jugadores cunado se les diga que deben presentarse a entrenar el día 21 cuando todavía no pudieron cobrar los sueldos de febrero? Por eso, lejos de pensar en cómo hacer una buena campaña, hay que ponerse a pensar primero, cómo salvar económicamente al Club.
Luego sí, será el tiempo de aplicar la mejor estrategia, que equilibre un bajo presupuesto con un plantel competitivo para sumar al menos 50 puntos en la temporada que nos permita respirar con algo de alivio.
Hay una advertencia en la cabeza de cada hincha: no se puede volver a fallar en las contrataciones. No hay margen esta vez para traer un jugador caro y que no juegue. Es el momento de dar de baja algunos contratos millonarios que no juegan ni un minuto en la primera del Lobo. Y eso no es despecho. Se hizo una apuesta, se obtuvieron resultados y ahora es tiempo de cambiar.
El hincha no va a enojarse si los refuerzos son pocos. Mucho peor será que llegue un desfile de jugadores desconocidos, a quienes hay que atenderlos, de quienes hay que esperar que se recuperen de su falta de fútbol y de quienes sólo se terminan viendo un puñado de minutos dentro de la cancha.
Paremos la pelota. Basta de hacerse eco de nombres que pueden ser imposibles. Basta de mentirle al hincha. Primero hay que poner las cartas sobre la mesa. Mostrarle al socio cómo se pueden llegar a contratar jugadores cuando el Club debe 45 millones de pesos y luego hay que mostrar ese cambio de rumbo que tanto se reclama.
Puede ser peligrosos convencerse de que las cosas se están haciendo bien cuando Gimnasia es el último de la tabla en la sumatoria de puntos de los últimos diez años. Que no empiece a olvidarse todo lo que se dijo hace unos días, cuando el Lobo salvaba la categoría.
Las cuentas claras, el cambio de rumbo debe percibirse y luego, la llegada de algún refuerzo, que a su vez sea negocio y que pueda darle rédito económico y futbolístico al Club. Es difícil seguro, pero es la última chance de demostrar que hay una real intención de salvar a Gimnasia.