Al Lobo lo sacamos entre todos. Cada uno debe aportar desde su lugar y dejar a un lado las diferencias. Editorial de Revista LetraG 125.
Éste es el número 125 de Letra G Revista, que desde hace ya siete años ha permanecido firme junto a Gimnasia en cada una de sus presentaciones como local. Han pasado un millón de cosas en 125 números. Gimnasia nos produjo alegría, tristeza, decepción, impotencia, bronca, orgullo, risas emociones incontables. Tratamos desde el comienzo de otorgar una mirada auténtica a las oscilaciones que rodeaban a Gimnasia; a nuestro Gimnasia, al Lobo de todos nosotros. A ése que algunos se han cansado de magullar con maldad inusitada; a ése por el que otros (ciertamente mucho, pero mucho mejores personas) dieron la vida y se fueron con sus ideales a flor de piel, alzando la bandera azul y blanca, incansables.
Hemos transitado juntos tantos caminos que resulta imposible evocarlos todos. Y hoy estamos acá: otra vez, en el Bosque, nuestra única casa, nuestro lugar en el mundo, nuestra esencia.
El Lobo no está bien. Al Lobo lo han llevado de un lado para el otro, pero sin un rumbo fijo. Y cuando alguien carece de rumbos, generalmente es cuando emerge la perdición. Depositar en las puertas del éxito a un Club como Gimnasia, que cuenta con una hinchada de las que no abundan, que cuenta con la gente necesaria como para formar mil ejércitos, no debiera ser tarea tan compleja. Sino todo lo contrario. Nos cuesta sobremanera ver a Gimnasia así. Porque para llegar a este punto no es suficiente con impericia, incapacidad o inoperancia. Para llegar a este punto asoman esenciales la desidia, el cinismo, la indolencia, el egoísmo y, sobre todo, la falta de voluntad. No basta con ser necio; también hay que ser un hijo de puta.
Entendemos que las claves del éxito no se encuentran en la desunión, el personalismo o en la incomunicación, sino en el colectivismo, la unión de fuerzas y el debate como método para decidir cuáles son las opciones y cuáles son las mejores. No se trata de ninguna novedad, pero parece tan simple que con frecuencia resulta complejísimo.
Hoy el Club sucumbe en el mismo hastío que lo tiene a maltraer hace casi una década. Un hastío compuesto por la carencia de voluntades para salvaguardar la identidad –aspecto inapelable para cualquier institución con metas de crecimiento–, un agujero económico que se acrecienta a pasos agigantados y una faz política dividida por doquier, donde cada cual hace su juego sin consultar al de al lado y todo se pudre en detrimento de Gimnasia. Y en el medio está el Fútbol. Claro, el aspecto sustancial y el que más miradas se lleva. Pero hay una verdad ineludible: el Fútbol no mejorará mientras no mejore todo lo demás. Porque las causas se gestan en los escritorios y desembocan luego en consecuencias –futbolísticas y, casi siempre, funestas– tan graves como irreversibles.
Desde aquí volvemos a insistir en lo mismo y volvemos a pedir lo mismo: hagamos todos un Gimnasia para todos. Pongamos a Gimnasia como primerísima prioridad y entonces comenzaremos a subir la escarpada de esta montaña. Hagamos un trabajo mancomunado, donde no haya más beneficiados que el Club, porque de esa manera ya habremos obtenido nuestro beneficio también.
Hoy, como en cada nueva edición de LetraG Revista, juega el Lobo. Eso, por sí solo, amerita un clima festivo. Pongamos un poco cada uno. Esta hinchada es la clave. Esta hinchada alentará incesante hasta el final.
