Entre complejos y complejidades, Gimnasia deberá plantear un proyecto abierto que garantice bases sólidas para el crecimiento de una Institución debilitada. El incierto futuro de Pedro Troglio al frente del equipo y la situación laboral de los empleados son algunos de los emergentes del pronunciado desconcierto que sufre el Club. OPINIÓN.
Luego de la derrota en Mendoza, la actualidad de Gimnasia se juega en otras esferas, en discusiones que siempre están latentes pero que cobran especial atención cuando el horizonte futbolístico se diluye. El sueño del ascenso ya pasó a un segundo plano y si bien aún existen posibilidades matemáticas, sería ilógico alimentar con seriedad un objetivo que, de cumplirse o no, jamás podrá tapar el contradictorio e inconsistente presente institucional.
Cuando no existen políticas estructurales a largo plazo, cuando no se implementa una comunicación adecuada en el cotidiano que aleje dobles lecturas o cortocircuitos internos, cuando se descuida de manera sistemática a quienes trabajan en diversas áreas del Club o se propone “abrir las puertas” de la institución pero emergen los nombres sobre los genuinos intereses colectivos, todo se vuelve tan complejo como inabarcable.
Hoy Gimnasia (y desde hace mucho tiempo también) es un Club en crisis económica pero no puede darse el lujo de ser una Institución que se muestre además en una profunda crisis política. Miles de preguntas se asoman para este modelo pero el interrogante medular no encuentra explicación: ¿cómo puede ser que aún no se logre plantear y poner en práctica un verdadero consenso? El personalismo exacerbado muestra a las claras que es la principal falencia y el primer impedimento para lograr mejorar una actualidad que camina con parches, dudas y tensiones.
El conflicto con los empleados de la Sede, el Bosque y Estancia Chica no es un signo de alerta sino la explosión de un largo tiempo de desatenciones. En este Club existe mucha gente con paciencia que espera para no poner palos en la rueda, pero tampoco puede dejar a la deriva derechos justos y no cumplidos. No son hechos aislados: los trabajadores administrativos han reclamado en otras oportunidades, el fútbol juvenil atraviesa dificultades similares, el plantel profesional estuvo cerca de no concentrar por falta de pago.
La noticia en Gimnasia estará en la asamblea que mañana efectuarán los empleados en calle 4 donde determinarán los pasos a seguir en el marco de una deuda que debe saldarse. El compromiso de la dirigencia fue hacer efectivo el mes de marzo durante los próximos días, pero habrá que estar muy atentos porque será necesario estructurar una política sólida que garantice el cobro sostenido sin necesidad de constantes medidas de fuerza.
Con este panorama Pedro Troglio deberá pensar en su continuidad, los refuerzos y la mejor manera de afrontar un futuro sin bases sólidas ni garantías. No hay plata. No hay dinero para sumar al proyecto jugadores que puedan lograr materializar un mejor presente futbolístico. Nadie podrá reprocharle absolutamente nada a Troglio si decide partir porque bastante ha tolerado en su valioso intento de sacar a flote un plantel que no tiene su autoría y que jamás estuvo pensado para retornar a Primera.
Sería una locura dejarlo ir pero, sobre todas las cosas, resulta un sinsentido volver a exponerlo sin antes asumir con altura la realidad de Gimnasia y dejar de llevar por caminos necios o callejones sin salida el futuro de una Institución que si no cambia de postura seguirá perdiendo sangre en este descenso deportivo, económico y político.