El Club atraviesa un momento institucional delicado y hay que repensar los pasos a seguir. Nota publicada en Revista LetraG 130 (7/05).
Gimnasia transita un momento crítico en todos sus aspectos. En cuanto a lo futbolístico, el objetivo al que aspiraban los hinchas, ya es inalcanzable. Por otra parte, las finanzas del Club continúan inmersas en un pozo oscuro y no vislumbran síntomas de recuperación; mientras que el aspecto institucional, vinculado al funcionamiento armónico de las diferentes áreas, continúa mostrando falencias y grandes dificultades para su normal desarrollo.
De todas maneras, lejos de otorgarle las competencias absolutas y los superpoderes al presidente Delmar, por haber obtenido en noviembre de 2010 casi el 63 por ciento de los votos, es necesario remarcar y dejar establecido que su mandato es absolutamente legítimo y que es fundamental para el fortalecimiento institucional que lo pueda desarrollar con autoridad en un marco de normalidad hasta su finalización.
Y con esto no decimos que la dirigencia actualmente se encuentre amenazada, y mucho menos decimos que estamos felices con su desempeño; pero hay que tener en claro que en lugar de ponerse a trabajar en el desgaste de quienes dirigen hoy los destinos de Gimnasia, o en lugar de pretender un alejamiento prematuro de Delmar para ver quién se hace cargo de este barco tan difícil de orientar, hay que fijar todos los esfuerzos en pensar en un Club mejor.
Parece tarea sencilla. Uno escucha por cada rincón cuál es la medicina para este Club enfermo, pero a fin de cuentas, las cosas no mejoran, la gente se desanima, se aleja y todo se va haciendo cada vez más difícil. El Lobo gigante, otrora ejemplo de lucha, transparencia, honestidad y buena fe, se va transformando en su antítesis, cada vez más cerca de este montón de cosas que componen la mediocridad.
Se habla de estructuras y de trabajo en equipo pero no se actúa en ese sentido. Se habla de apertura y participación, pero el hermetismo y la desconfianza son moneda corriente. Es necesario un cambio de rumbo de quienes dirigen la institución. Deben darse cuenta que de este modo no se han obtenido los resultados deseados. Pero por otro lado, se necesita seriedad y un fuerte trabajo de quienes están afuera: socios, hinchas, dirigentes, aspirantes a serlo, entre otros, para pensar en un verdadero proyecto de Club, que sea impermeable, sólido, sin fisuras y que exponga cuáles son los componentes que se necesitan para llevarlo adelante. Ya vendrá el momento de ver quién encabeza el proyecto que sucederá a la actual dirigencia, mientras tanto que unos apoyen y los que no quieren, que trabajen en un proyecto superador.
La política es el único camino posible para conseguir la recuperación institucional, entonces pongamos manos a la obra en trabajar en esa dirección. No cometamos el error de desprestigiar a “la política”, cuando el problema son, en todo caso, “los políticos”.
A Gimnasia sólo lo podrá salvar su gente y por eso hay que trabajar incansablemente, primero por un proyecto de Club y luego, por saber elegir a quienes lo van a representar.