Hay que comenzar un crecimiento desde la unidad. Ayudar al club y no esperar nada a cambio. Anticipo de Revista Letra G 133.
Las dificultades que puede ocasionar enfrentarse a una hoja en blanco se diluyen desde el momento en que las palabras surgen desde las entrañas, lo atraviesan a uno, emergen desde el corazón.
Hoy escribo desde el dolor y la angustia y eso me asegura la espontaneidad, la seguridad y la absoluta certeza de que las palabras son absolutamente sinceras, sin intereses particulares de por medio, con el solo propósito de dar cuenta de lo que se vive hoy en Gimnasia para ver si se puede aportar al menos un rasgo que se acerque a la solución.
El Club devastado lastima, las peleas perversas sobre las heridas generan impotencia, bronca y la necesidad de encarar un cambio para demostrar que cada uno de nosotros no significa nada en relación a la inmensidad de la Institución.
Cuántos errores cometidos. Cuántos tipos que se creen dueños de la verdad, de las soluciones, del futuro…
No hay salidas individuales en todo esto. No somos nada y debemos entenderlo. Al lado de Gimnasia apenas representamos fragmentos de pasión que mientras nos disputamos las banderas presentimos que el banquete se cocina en otro lado.
Los sentimientos sanos y honestos en favor de Gimnasia deben juntarse y ponerse a trabajar. Habrá que ceder mucho para que entre la mayor cantidad posible de personas en un proyecto humilde, honrado, superador, con bases claras que deben fomentarse a partir del trabajo incansable. No hay que temer a lo nuevo, a los inexpertos en política, a los que solo saben de un aspecto de la institución.
El tiempo fue demostrando que no hay recetas a la vista, que los expertos millonarios que dicen amar a Gimnasia lo terminaron destrozando y que los que en apariencia no saben nada, empiezan a aportar una mirada renovadora en un riachuelo infectado que parece no dejar de caer nunca.
Qué le quieren sacar a Gimnasia. No se dan cuenta que ya no tiene nada. No ven que estamos hundidos en el descenso, sin equipo, con deudas millonarias, con problemas en todos los rincones, con desconfianza, con corrupción, con arbitrariedades, con odio, con ladrones, con inútiles. Basta. Qué más le quieren sacar a Gimnasia si ya no le queda más que su golpeada gente.
Todos sabían que Delmar no podía gobernar y sacó el 63 por ciento de los votos. Ahora hay que hacerse cargo y no socavar su superficie para verlo caer, para rapiñarle un sillón ensangrentado y contar con el orgullo de decir “yo fui presidente de Gimnasia”.
Pensemos en el Club que viene después de Delmar. Estemos preparados para ese momento, para no volver a improvisar. Basta por favor de dobles intenciones, de ayudar pero a cambio de algo, de aportar pero “para ver si se cae el viejo y agarro yo”.
Qué mierda quieren de Gimnasia. No se dan cuenta dónde estamos…
Hoy escribo desde el dolor, pero no desde la resignación. Disculpen la falta de periodismo en estas líneas, pero va dirigido a la familia, no a los de afuera. Me parece que si cada uno de nosotros debe dejar algo de lo poco o mucho que tiene en función de aportar aunque sea un granito infinitamente pequeño por el bien de Gimnasia debe hacerlo ahora. Este es el momento.
