Pese al buen momento futbolístico de Gimnasia, cuestiones como el pago a los empleados del Club no tiene que ser perdidas de vista. OPINIÓN
Es una linda noche en Mendoza. Un poco fresca, pero linda. En el centro de la tribuna visitante del estadio de Independiente Rivadavia, un grupete de triperos mira con notorio entusiasmo el transcurso del partido. Allá en la cancha, en el reducto de juego, el Lobo le pasa el trapo a la Lepra.
Pese a que Gimnasia no logra imponerse en el marcador, sí lo hace en el plano conceptual futbolístico: el Lobo de Troglio sabe a lo que juega. Por eso domina el trámite del partido, hilvana jugadas más que interesantes y revalida su mote de máximo candidato al ascenso. Es una gran actuación del elenco tripero y todos, absolutamente todos, coinciden con la sentencia final: Gimnasia está sólido y transita un promisorio andar.
En eso, uno de los del grupete de triperos (que por cierto llega a los 500 hinchas) se pregunta en voz alta qué pasó con el tema de los sueldos de los empleados del Club. Hay uno que le responde sin hablar, con un gesto como de no saber; otro, está más informado y asevera que a algunos todavía no se les pagó ni julio. Julio, agosto, septiembre. Y ya se vino octubre…
Gimnasia gusta en la cancha. Y a veces gana, a veces empata, pero nunca pierde. Viene primero e invicto. El partido termina: el Lobo logró un punto en un territorio complicado. Un punto que puede servir de mucho cuando realmente comiencen a definirse las cosas en este Nacional B. Pero lo mejor… lo mejor es que halló su versión más prolija hasta el momento. Algunos comienzan a descolgar los trapos con una sonrisa, conformes con lo visto. Los gimnasistas rumbean hacia la salida con la convicción de que la locomotora de Troglio marcha sobre rieles.
En la vuelta, en algún bondi, alguien vuelve a plantear el tema:
-¿Qué onda los empleados? –se cuestiona. Y nadie le responde. No porque no les importe sino porque no saben. Pero otra vez, hay respuesta: una voz del fondo grita que a algunos todavía no se les pagó ni julio. Julio, agosto, septiembre. Y ya se vino octubre…
Ese alguien que planteó la pregunta, pongámosle, un muchacho, piensa: “¿Pero cómo? Si entró guita en los últimos meses”. Y piensa: “Cincuenta por ciento de Casco, ochenta por ciento de Magallán, otro tanto porcentaje de Alan Ruiz”. Las cuentas no le dan. O mejor dicho, la lógica no le da. Porque el muchacho piensa que los empleados del Club son la base fundamental que sustenta todo lo demás. Que si descuidamos eso estamos perdidos. Porque al fin y al cabo, entre tantas otras cosas, esos empleados a los que se les viene pagando en forma muy atrasada hace muchísimo tiempo, son los responsables directos del porvenir de los pibes de la cantera. Y el muchacho piensa también que los pibes de la cantera algún día le darán de comer al Club. Y el muchacho concluye que lo más importante pasa inadvertido.
El muchacho tiene un largo viaje de regreso a La Plata y ya se olvidó del buen andar futbolístico de Gimnasia. Porque sabe pensar.
