Compartimos la nota publicada en la revista LetraG 140 que se repartió el viernes en la cancha, esta vez con la pluma de Gabriel López.
Antes que esperar amor, de la familia del Lobito, acá en el Bosque o allá en el Bosquecito, aprendí que más bien eso hay que darlo, y así es como se ensancha el de la zurda, el corazón carnal.
Sé que estás ansioso y no ves la hora de pegarle con tus zapatos de laburante una patada al Nacional y abrazarte otra vez a la A, que a veces contás los días para regresar y sacar el ticket para un clásico como el del 86 cuando Pedrazzi le hizo la emboquillada a Islas. Vos que mojaste con lágrimas una bandera gigante, ojalá se dé, hermano. Lo merecés por mantener la pureza blanca de tu alma con el azul que recortaste de un pedazo del cielo donde el Supremo observa… y te quiere bendecir. Pero te quiero aconsejar, desde la distancia de prensa, a vos que te estás ilusionando una vez más, tranquilidad, no te olvides que el deporte se ha ensuciado tanto por el vil metal.
Pero arranqué esta notita de fiesta, “vení, vení…”, y nada más lindo que llegar y terminar el partido cantando porque sí, porque ahí están los de blanco y azul vestidos para demostrar.
No sé por qué, pero “un amigo vas a encontrar”, y si es de Gimnasia no falla, como este que me invitó a escribir, Agustín, de Letra G, una versión joven del Gigante González (aquel ídolo del básquet) con una pizca de Pampa Gambier. Te digo Flaco que aguardo con una emoción hasta infantil la suerte de que el poster 2012-13 se pegue para siempre en “El Bulo de Alberto” (en pleno Mondongo) para que se recuerde que estos pibes hoy profesionales los conocí cuando tenían pañales puestos, del fútbol que aparecía los miércoles en El Clasiquito, en un diario de la ciudad, apellidados Monetti, Fernandes Silva, Cabrera, Chaves, Soto, Ruíz (los dos), Méndez, Mussis, Piarrou, Bangardino, Roldán, Mazzolatti, Sapetti, Sanguinetti junior y otros que hace poco se fueron y sin embargo están: Magallán, De Blasis, Cardozo, Curima, Oroná… Historias vivientes del potrero platense que ansío resucitar.
Ese fútbol de la familia de LISFI, de LIFIPA y la Metropolitana, el que ahora hace eco de voces en la popular del césped principal. Jugadores que, al igual que una madre, llevan grabado en sus células las memorias del Alumni hornero, de Ateneo Popular, del Juventud el churrasquero y del Juventud de Zona Sur donde dejaba un zurco el capitán Nicolás… Este Gimnasia se hizo carne gracias al espíritu de amistad de aquellos pibes, de 19 de Febrero, de San Cayetano, de Abastense Argentino, de Rivadavia, de Unión y Fuerza, de Villa San Carlos, de Toronto.
Hay mil nombres que quisiera abrazar y que en la brevedad de este tipeo se pueden pasar… Pero además del plantel, no existiría en realidad Gimnasia si no reconocemos todos una vez más que en la tribuna también (como dice el Martín Fierro) se ha de jugar y de cantar. “Y el que en tal gueya se planta, debe cantar cuando canta, con toda la voz que tiene”. De esa espiritualidad está formado este Gimnasia del Nacional.
“Que de la mano de Pedro Troglio”. Qué interesa el rol de periodista, si cuando escribía me puse a recordar las esencias, y me dan ganas de alentar, apiñado junto a vos en la popular. Que esta fecha 13, como sea, toquen la pelota, ellos adentro, y los bombos y las palmas ustedes afuera, porque si no me retan los inseguros cabuleros… “todos la vuelta vamos a dar”.
