Es tiempo de trabajo y continuidad, no sólo dirigencial, sino de parte de todos los actores involucrados con el Club. OPINIÓN
“Ahora sí” dijo el socio. Sin suspicacias de por medio, las urnas respaldaron al antiguo “vicepresidente en ejercicio de la presidencia” y terminaron de alejar el pensamiento que vinculaba a Daniel Onofri y al conjunto de la dirigencia con aquella salida de Delmar entre gallos y medianoches.
Un triunfo que legitima lo realizado por la actual comisión directiva y que le otorga la posibilidad de trabajar hasta el 2016 un proyecto de Club que viene planificando hace un tiempo. Una idea de institución que en el día a día conserva puntos extremadamente débiles y apuestas acertadas que pueden ser la base de un genuino crecimiento.
Fueron 3.075 socios los que subieron el pulgar. Un número importante en el marco de una participación masiva que demostró el compromiso generalizado. Un resultado que en el fondo (o en la superficie) le propone al flamante presidente los desafíos propios de este compromiso asumido: solvencia económica necesaria para llegar a tiempo con los salarios de los trabajadores (respeto); la materialización del proyecto del arquitecto Luis Díaz para el Estadio del Bosque; el crecimiento cualitativo de la institución en todas sus disciplinas; el mantenimiento de la sedes que constituyen el Club; y un proyecto futbolístico que mantenga a Gimnasia a un lugar importante en el fútbol argentino.
Una vara puesta a la altura de las necesidades y, fundamentalmente, a la altura de los discursos previos realizados en tiempos de campaña.
Quizás este texto pueda funcionar de archivo, de contrato simbólico a modo de consulta. Es por eso que será necesario exigirle, sin excusas a esta dirigencia, y también no poner ningún “pero” para participar todo el tiempo de la actualidad tripera. Ir al Club, preguntar, pegarse una vuelta, acercarse, contribuir y estar en cada una de las asambleas. Asambleas que nos encuentren activos y donde seamos miles debatiendo.
Por su parte, tiene que existir la continuidad de los otros cuadros políticos que lanzaron su campaña. Debiera el socio de Gimnasia exigir la permanencia de estas fuerzas durante los tres años de gestión.
A Castagneto lo esperan sus 2.909 votantes ansiosos de verlo en movimiento construyendo y aportando para el club aquello que pueda dar desde la derrota. A Melazo le aguarda la misión de multiplicar un electorado que le dio la espalda en una candidatura débil que no interpeló como supuso.
Es tiempo de trabajo. Es tiempo de continuidad, no solo dirigencial, sino de parte de todos los actores. Es tiempo de fortalecer a este gigante que, ascenso o descenso de por medio, sigue estando dormido. Gimnasia es muy grande y debemos acompañar el camino que comenzó hace unos años y hoy busca profundizar sus objetivos.
