Aunque se hayan cedido las tierras, los clubes están débiles ante actores de poder. Acá, un repaso histórico. ANÁLISIS
A principios de la década del 90 comenzaban las primeras marchas por la cesión de tierras del bosque, logro que se consiguió hace pocos meses gracias a la lucha del pueblo tripero. Figuras importantes como Néstor Basile, desde el sector del periodismo, y Oscar Montesino, como exponente del hincha – quien merece su nombre en algún sector del Estadio de 60 y 118- acompañaron a miles de gimnasistas en el reclamo.
Paralelamente, se daban las primeras ideas del proceso menemista para construir un Estadio “moderno”, que no eran más que profundizar las desigualdades marcadas por la corrupción y la privatización. Bajo la gobernación de Duhalde se desparramaban los sucesivos millones de dólares en esos terrenos de 25 y 32, con el exponente del techo que quedaba tirado –literalmente- en el Puerto Platense. La crisis generada por los militares en 1976 eclipsaba en 2001 y con esto el proyecto de Estadio en forma de número ocho “para unificar a los dos clubes de la ciudad” quedaba inconcluso. Con Solá primero y Scioli después se daban las nuevas inversiones que traen a este presente.
Párrafo aparte merecen los clubes, vaciados por actores financieros que penetraron en la esfera del fútbol y ofrecían deuda a cambio de éxito. Uno de los cómplices fue la AFA, quien construía poder político y económico para perpetuar a sus representantes. No es casual que el Club Arsenal de Sarandí no tenga números en rojo con dos mil socios.
POLÍTICA, PERIODISMO Y PODER
Los conflictos por los Estadios estuvieron marcados por esas ideas contrapuestas, que priorizaban por un lado ese ideal de comodidad y neutralidad contra el crecimiento estructural de clubes con memoria e identidad.
Los contextos políticos marcaban agenda, pero existieron otros actores que traccionaban el debate. Las ONG ambientalistas de sectores concentrados se expedían en favor del medio ambiente, y el periodismo (sin investigación) a través de sus distintos actores pujaba por la construcción del sentido, como el diario El Día o Torneos y Competencias en favor de una idea de progreso que ignoraba la opinión de los hinchas.
Es así que varios comunicadores son actores claves en las tensiones del presente. El pasado viernes algunos de ellos se vieron atrapados por la urgencia de la rapidez / primicia y operaron con la idea de que el clásico se jugaba en 25 y 32. La duda también pasa por saber quién fue la fuente que filtró esa información.
Al mismo tiempo Troglio expresaba duramente su posición pro bosque, como así también hinchas furiosos por las redes sociales pensaban movilizaciones de reclamo. El sábado tenía que ser un día tranquilo para los dirigentes, que confirmaron el primer clásico en el Juan Carlos Zerrillo a últimas horas del viernes. A su vez la victoria ante Godoy Cruz apaciguó los ánimos y no se escucharon cánticos al respecto.
¿Cuáles son los argumentos de los sectores de poder? Uno tiene que ver con la seguridad, cuestión que se desvanece debido a que en el Estadio de 25 y 32 se han dado hechos de violencia como lo fue el asesinato del hincha de Lanús en 2013 o las persecuciones policiales en clásicos pasados. A su vez, hay que comprender que los incidentes no se producen en función del escenario sino que son consecuencia de las diferencias sociales y de acciones pensadas para convertir al deporte en negocio. Como ejemplo se puede ver a la Conmebol, que trae consigo un aparato empresario que lucra con publicidad e imagen.
Lo que se esconde también es el eje político partidario: no importa que haya dos partidos más en la cancha neutral, se impone la visibilización de uno de los caballos de batalla de la gestión Scioli de cara al 2015. El presidente Onofri mantiene buena relación con el Gobernador: el tema lo pone contra la espada y la pared constantemente.
En conclusión, si bien es cierto que se fomenta desde el Club la construcción de la platea H, hay señales que aún permiten pensar que la lucha por el Bosque no se ha cerrado. Esta batalla se ganó a medias, porque jugar un miércoles a las tres de la tarde incomoda al trabajador y al estudiante, pero es una advertencia para el hincha, que debe estar atento para evitar que intereses privados afecten al colectivo.