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El Club

05-09-2014

LOS ESTADIOS NO ASESINAN

Mientras en Gimnasia se realiza un esfuerzo enorme por salvaguardar el patrimonio, existen sectores que ponen palos en las ruedas. OPINIÓN

Mientras en Gimnasia se realiza un esfuerzo enorme por salvaguardar el patrimonio –en este caso específico, el estadio de 60 y 118–, existen sectores que, desde la ignorancia pura o bien desde la perversión, ponen palos en las ruedas que no hacen más que perjudicar al Club.

El pasado miércoles 3 de septiembre, en el programa televisivo Líbero que se emite por TyC Sports, Martín Souto y Ariel Rodríguez presentaban la cobertura del clásico por Copa Sudamericana disputado en el estadio el Bosque. Antes de lanzar el tape, esgrimieron opiniones desafortunadas en torno al Juan Carmelo Zerillo. Opiniones de opinólogos que, evidentemente, conocen poco acerca del accionar de un sinnúmero de hinchas de Gimnasia por proteger la localía.

Ambos periodistas, desde la más extrema frivolidad, hablaron del Bosque como si se tratara de un portero y lo descalificaron al punto de disparar que “hace no mucho tiempo la cancha de Gimnasia se caía a pedazos” o “es una pena que un clásico platense se juegue en un estadio que tiene un hueco enorme entre las dos tribunas que se aprecian por TV”. El hueco enorme, claro está, es el lugar donde se construirá la Platea H Néstor Basile. Souto y Rodríguez parecen no saberlo.

Lo que sí creen saber Souto y Rodríguez es lo “penoso” que resulta no utilizar un estadio ultramoderno como lo es el Ciudad de La Plata, orgullo del gobierno provincial. El mismo que costó más del triple de lo que debió haber costado mientras que en sus alrededores existe gente que junta cartones para ganarse el pan.

La artillería contra el Bosque –y por ende, contra Gimnasia–, se había lanzado en la semana previa al clásico, también desde diversos medios masivos de comunicación. Se aseguró y recontra aseguró, con información supuestamente ultra chequeada y certerísima, que el partido se jugaría en 25 y 32. Todos desestimaron el Bosque: porque se trataba de un reducto inseguro para albergar un encuentro de semejante envergadura, un lugar aterrador que potenciaba la posibilidad de incidentes y más aún en horario nocturno. Olvidaban, estos mismos medios (que por supuesto responden a esferas más altas), el episodio que dijo adiós a los hinchas visitantes en el fútbol argentino: cuando el 10 de junio del 2013 un simpatizante de Lanús perdió la vida en el tan aclamado y mal llamado Estadio Único.

Pero no se trata de estadios. Los estadios no son malos; no le hacen mal a nadie. Los estadios no asesinan. Acá se trata de voluntades. De voluntad política y de respetar la voluntad soberana de los clubes. De que quienes se autoproclaman capaces de organizar no desorganicen; de que quienes se autoproclaman capaces de brindar seguridad, no desprotejan a los hinchas. ¿Se puede? La respuesta está en los hechos: en el verano se trasladó a las dos hinchadas dos veces hacia Mar del Plata. No hubo ningún incidente.

En el medio, hay una cofradía de triperos que se desviven por el Bosque, que entienden que se trata de su única casa, que sueñan con una remodelación; que, casi en silencio (sus voces llegan generalmente a través de medios partidarios), trabajan día a día para que el estadio de Gimnasia continúe en pie. Eventos sociales, deportivos, movidas barriales, donaciones, espectáculos, venta anticipada de plateas, documento del hincha, Del Potro y Hewitt, Por y Para el Bosque y más.

Hoy, la cancha del Lobo reúne las condiciones requeridas para albergar cualquier tipo de encuentro. Todo lo demás, es falacia. Y si hace un tiempo, como dijeron Souto (el mismo que encabezaba el programa El Aguante años atrás) y Rodríguez, el estadio de Gimnasia se caía a pedazos, se debió a que un presidente nefasto despojó al Lobo de su reducto y abandonó las instalaciones, en la que fue solo una de las innumerables pésimas decisiones que se tomaron en la peor gestión dirigencial de la historia del Club.

Hay que tener cuidado con lo que se dice, y más si se habla desde la ignorancia. Hay que tener cuidado también con el mensaje que hace tiempo bajan desde las principales cadenas mediáticas en complicidad con el poder político. Hay que tener cuidado con el discurso macabro de algunos medios, que buscan embarrar la cancha, intentan marcar tendencia y divulgan barbaridades, incoherencias y máximas falaces que van en desmedro de lo que el mayor caudal societario gimnasista pretende para su institución. Porque el Club es de los socios y de nadie más.

El juego de los medios, lejos, muy lejos de aferrarse a la objetividad y a la transparencia, muchas veces resulta ser perverso. No hay que jugarlo. Gimnasia debe abocarse a jugar el suyo: proteger su patrimonio y crecer independientemente de cualquier interés foráneo y en vereda opuesta a cualquier personalismo.


Agustín Colianni

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