Gimnasia sorprendió en Mendoza y batió 3 a 0 a Godoy Cruz. El Lobo jugó un buen partido en todas las líneas y siempre tuvo controlado al Tomba para quedarse con los tres puntos y llegar a los 18 en el campeonato. Ibáñez por dos y el pibe Contín, los goles triperos. Ahora, a descansar y a recargar pilas para 2017. ¡Vamos Lobo!
Al compás de Lucas Lobos. Así, Gimnasia infló el pecho en Mendoza y cerró el año de una forma algo más decorosa de lo que venía generando en el campeonato. Liquidó 3-0 a Godoy Cruz y terminó la primera parte de la temporada con 18 unidades.
Gimnasia fue un equipo ordenado, compacto y sabio. Basó su juego en el enorme Luquitas, que volvió a dejar en claro que para jugar al fútbol no hace falta más que pensar y que la calidad no se pierde. Por eso, el Lobo fue Lobos. El de Olmos hizo todo bien y, con la cinta de capitán en el brazo, llevó a su equipo a despedirse con una gran victoria en tierras cuyanas.
No es que el Tripero haya generado las mil y una ocasiones de cara al arco de Rey, pero sí que fue un conjunto inteligente para maniatar al rival y aprovechar sendos errores para inflar la red adversaria.
Un párrafo aparte merece Martín Arias: el golero, una de las mejores y más gratas sorpresas de este período, anduvo firme cuando se lo necesitó. A partir de allí, con el cero resguardado, los de Alfaro pudieron crecer. Y entonces, en el ocaso de la primera etapa, emergió el olfato goleador de un tal Nicolás Ibañez, ese pibe que llegó a última hora proveniente de dos categorías inferiores y que, en absoluto silencio, pagó y paga con goles: a los 43 minutos Contín aprovechó una pésima salida del fondo de la defensa mendocina y la pelota le quedó al ex Comunicaciones que, con un poco de suerte tras un rebote, la empujó a la red.
En el complemento, otra vez Ibáñez. Y, claro, otra vez Contín. El hombre de las juveniles triperas descolocó a su marcador, la pelota pasó a la defensa, e Ibáñez, que no da ninguna por perdida, la tocó por arriba del arquero para poner el 2-0.
Allí pareció que el partido estaba sellado. Pero aún faltaba más: sobre el final, otro regalo de la defensa mendocina fue aprovechado por Contín (que no está en el podio porque lo de Lobos fue magnífico, lo de Martín Arias sobresaliente, e Ibáñez hizo dos goles), que recorrió varios metros en soledad y definió suave a la izquierda de Rey para poner cifras definitivas.
Curioso lo de este Gimnasia, que cuando se lo propone sabe a qué jugar y suele resultar muy efectivo, pero que en otras ocasiones da la sensación de un equipo vacío y perdido. Esta vez, la última vez de este movido 2016, fue a favor de Alfaro, que respira aliviado y se va de vacaciones con una buena sonrisa, pensando en lo que vendrá el año que viene. ¡Vamos Lobo!
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