Gimnasia venció a Sarmiento 1 a 0 en el Bosque y metió su cuarta victoria al hilo en el campeonato. El Lobo no la pasó bien sobre el final y sufrió más de la cuenta para derrotar a un duro equipo juninense. Nicolás Mazzola estableció la única conquista del encuentro. Ahora, a pensar en los tucumanos. ¡Arriba Lobo!
Parada brava en el Bosque. Sarmiento llegó de Junín decidido a complicarle la existencia al equipo de Gustavo Alfaro, que saltó al terreno de 60 y 118 con la premisa de meter la cuarta victoria en fila en el campeonato.
Sarmiento logró su objetivo inicial: fue un escollo durísimo para Gimnasia. El Lobo pocas veces pudo hallarle la vuelta a un conjunto visitante bien plantado, que jugó en el Bosque liberado, como si no tuviera problemas de posible descenso.
Gimnasia generó poco. Lo mejor vino por momentos, con algunas pinceladas de Alemán, algunas otras de Carrera, y no mucho más que eso. Faravelli capitalizó bien un ataque a los 39 minutos de juego, habilitó a Mazzola, y el delantero, que pateó algo mordido, definió de zurda, cruzando el disparo. Mazzola, dato a al margen, infló la red después de más de un año de sequía (su gol anterior: en diciembre de 2015).
Tampoco es que Sarmiento contó con las mil y una llegadas al arco de Alexis Martín Arias, pero sí generó lo suficiente como para al menos llegar al empate. Sucede que, como acostumbra a hacer, el uno tripero estuvo cuando se lo necesitó y sacó las pelotas clave. Con eso, al arquero tripero le bastó para meterse en el primer lugar del podio.
El ingreso de Lobos, como siempre, le dio cierta vitalidad al equipo. En apenas unos segundos, el Diez ejecutó un par de jugadas fenomenales que produjeron la ovación. Igual, con el paso del tiempo, Gimnasia fue perdiendo cada vez más terreno. Nunca pudo hacerse de la pelota y se resignó a refugiarse en terreno propio y apelar al contragolpe. Por esa vía lo tuvo Mauricio Romero, que increíblemente la tiró por arriba del travesaño cuando la jugada pedía ser definida de cabeza.
Sarmiento fue, sobre el final, una locomotora sin demasiadas ideas. Es decir, atacó como pudo, con más ímpetu que ideas claras. Y siempre, sin excepción, chocó con una defensa bien armada, que halló en Romero su principal estandarte.
Pitó González y a cobrar. Gimnasia volvió a abrazarse al triunfo, se aseguró el quiero vale cuatro y piensa en lo que viene: Tucumán, por ahora, el viernes. ¡Vamos Tripa!
