Gimnasia volvió a tener un pobrísimo rendimiento y cayó por la mínima ante San Lorenzo en el Bosque. El Lobo, que otra vez dejó en evidencia su carencia de ideas a la hora de generar juego, nunca inquietó al arquero del Ciclón y sembró preocupación de cara a lo que viene. Alfaro deberá cambiar algo si quiere evitar que el barco se le hunda.
Preocupación. Eso fue lo único que dejó este Gimnasia estéril en la tarde del Bosque. Sumó su segunda derrota al hilo y las cosas no asoman como sencillas en el corto plazo. Es que el Lobo tendrá que afrontar partidos decisivos que determinarán la suerte de Alfaro a final de temporada.
Otra vez, Gimnasia fue un equipo sin ideas en ataque. Jugó a eso que pregona su entrenador. Eso que puede salir bien contra equipos inferiores, como Sarmiento, Aldosivi o Quilmes, pero que conjuntos bien formados, como San Lorenzo o Rosario Central, pueden doblegar sin demasiados inconvenientes.
El Lobo fue inferior de inicio a fin ante el Cuervo. Fue un equipo manso. Nunca, pero nunca, inquietó a Navarro. Lo mejor se vio en cierto orden defensivo. Pero en ataque, Gimnasia dio lástima: no hubo llegadas de riesgo claras de cara al arco del Ciclón.
San Lorenzo hizo lo que quiso. Los suplentes de San Lorenzo, hicieron lo que quisieron. Alfaro sigue insistiendo con jugadores que no están para la titularidad, como Oreja e Ibáñez. Lleva al banco a Mauro Matos y se olvida de Leandro Contín. Posterga a Chirola y nunca halla soluciones.
Mercier anotó el único gol del partido, cuando promediaba el complemento y luego de entrar como pancho por su casa al área de Martín Arias, que nada pudo hacer.
Se viene Racing en Avellaneda. Se viene la revancha por Copa Sudamericana. Y se viene el clásico. Tres paradas bravísimas que Alfaro deberá sortear de alguna manera. ¿Cuál? Difícil saberlo. Algo deberá cambiar. La propuesta de Gimnasia es para agarrarse la cabeza.
