Cuando decimos perdón Chirola, es porque sabemos que representas a Gimnasia. Disculpen ajenos, sólo es el pibe de Berisso que agradeció al viejo que lo haga del Lobo. Chirola resignó plata, no lo influenció el exitismo, es el pibe de barrio que se hizo del Lobo. Hizo goles, corrió, transpiró y lloró. Sos la síntesis del laburante, la metáfora del hincha. OPINIÓN.
Disculpen que utilice la primera persona, pero parece ayer Chirola, cuando tenía 13 años y me recibiste en un hotel en Necochea para dejarme hacer la primera entrevista de mi vida, para el programa de la filial del lobo. Eran tiempos de grabador y cassette, de cuadernos y lapiceras. Hiciste todo para quitarme los nervios y que la charla salga bien. Estabas en el Racing de Fillol, le habías hecho un gol a ellos y te marcaste la franja. Enseguida pediste perdón porque vos no sos de ese perfil que busca agredir, sino defender lo nuestro.
Ese día recordamos con nostalgia tus primeros momentos en el Club. La noche de los primeros goles del flaquito Sebastián Romero, un doblete a Independiente un sábado en el bosque. “El primero fue feo, de rebote, no sabía cómo festejarlo, je”, dijiste. El segundo fue un golazo: una tijera tras un centro de Pedro.
Fueron lindos años que también dejaron en la retina el gol a River en la cancha de Vélez para entrar a la Copa. Fue derrota pero queda en la emoción esa chilena deliciosa previa parada de pecho y mirada al cielo. Ese gol provocó una avalancha que le tiró a la mierda el gorrito a mi abuelo, y lo dejó en el piso del Amalfitani.
Cuando decimos perdón Chirola, es porque sabemos que representas a Gimnasia. Disculpen ajenos, no ganó ninguna copa: sólo es el pibe de Berisso que se hizo de Gimnasia, y después hizo lo mismo con sus tres hijos. Porque lo influenció su familia, no el exitismo y la plata. Sepan entender extraños, pero no fue seducido por la ostentación ni el marketing. Chirola resignó plata, perdonó deudas y nunca decidió llevar adelante el guión de lo banal, lo bizarro, lo polémico. Chirola nunca fue tapa de polémicas con mujeres, de chicanas con rivales. Chirola es el deseo del pibe de barrio que soñó con ponerse la camiseta de sus amores.
Chirola volvió y jugó dos promociones. Si, las dos que ganamos. Se fue en el despegue y regresó cuando su club estaba internado. Hizo goles, corrió, transpiró y lloró.
Y ahora esto, en la vuelta a tu despedida.
Por eso, no queda más que volver a pedir perdón, Chirola. Este fútbol de velocidades, de lo efímero, de lo joven y la rapidez, te quiso dejar afuera. Olvidó tus deseos y el de los hinchas, se cagó en la identidad y el respeto. ¿A qué alma adulta le iba a joder que juegues seis meses, un año más? ¿Qué corazón se iba a dañar al verte caminar con esa cara de inocente por el mediocampo? ¿Con qué pretexto te descartan como si fueras un objeto de consumo? ¡Con vos no Chirola, justo con vos no!.
Son las ocho de la mañana de un sábado y me desperté antes porque me sentía en deuda. El día está gris, por ahí advierte tu partida. Me había ido a dormir escribiendo con alegría lo que pasó con Fito, pero con ese dolor interno por lo que te hicieron.
Sabemos que no vas a salir con los tapones de punta, no. Sabemos que no vas a dañar las arterias de calle 4 por los miles que te deben, tampoco. Y te vas a guardar por un tiempo, para no tocar sensibilidades, para no despertar la ira popular a esos que te dejaron ir. Vas a ir a la H, callado, a seguir alentando. Vas a seguir gritando Dale Lobo y poniendo el pecho, tal vez en las juveniles, por ahí desde el perfil bajo, o como simple hincha. Como lo hiciste siempre, porque sos la síntesis del laburante, la metáfora del hincha.
