El Lobo igualó 4 a 4 con Defensa y Justicia en Florencio Varela y dejó muchas cosas interesantes en su debut por la Superliga. Lo mejor se vio en zona ofensiva y en la idea permanente de nunca rifar la pelota. Lo malo, en los errores defensivos. Ibáñez en dos ocasiones, Faravelli y Niell, los goles.
No se dieron tregua Gimnasia y Defensa y Justicia en Florencio Varela. Brindaron un partido para alquilar balcones. El asunto estuvo plagado de aciertos, desaciertos, virtudes y errores. Todo dentro de un combo magnífico que halló un único factor común entre ambos bandos: ir para adelante.
Lo de Defensa ya era conocido. Más allá del cambio de algunos nombres en la estructura del equipo, y pese a que Nelson Vivas es nuevo DT del Halcón, la premisa del conjunto de Varela no iba a variar de la que viene mostrando desde hace tiempo. Por eso, la novedad pasó por lo que produjo este nuevo Gimnasia de Mariano Soso.
Y Soso no defraudó. O al menos, el Lobo cumplió en cierta parte con lo que el entrenador pregona: simplemente, fue un equipo ofensivo, mucho más preocupado por el arco de enfrente que por el propio. Y eso, por supuesto, también le trajo dolores de cabeza en defensa.
Resulta difícil abordar un encuentro de semejante calibre. Porque la cosa fue palo y palo en Florencio Varela. Gimnasia nunca dio la más mínima garantía en la zona defensiva (hoy compuesta por el tridente Guanini-Rinaudo-Alderete), pero siempre dejó abierta la puerta de un inminente gol a favor.
¿Un equipo partido a la mitad? Es posible que quede esa imagen de esta primera presentación tripera en la Superliga. Aunque, claro está, la iniciativa y la idea matriz siempre hallan su raíz abajo, en la salida al ras del suelo, y van tomando forma a medida que el Lobo avanza en el terreno.
Algunos puntos clave: la formidable performance de Ezequiel Bonifacio por la derecha, con un ida y vuelta constante; la búsqueda incesante de espacios para que casi siempre emerja un receptor libre; la movilidad permanente de Nicolás Ibáñez y Eric Ramírez buscando huecos; la presión altísima; y, como primera medida, nunca rifar la pelota.
Errores garrafales en defensa; virtudes contundentes en ataque. He allí el máximo resumen posible de esta primera versión del Gimnasia de Soso. Habrá que corregir los evidentes desfasajes defensivos, claro, y potenciar las efectivas alternativas mostradas de tres cuartos en adelante.
¿El partido? Lo dicho: palo y palo. A los 4 minutos, Ibáñez capturó un centro preciso de Licht y cabeceó de pique al suelo para abrir el marcador. A los 10´, Rius la capturó tras una serie de rebotes con buenas intervenciones de Bonnín y clavó el empate. Ocho minutos después, Colazo envió u pelotazo profundo, Ibáñez controló, avanzó unos metros y fusiló a Arias. A los 24´, Fernando Márquez puso el empate tras el rebote de un cabezazo en el travesaño.
Luego, a los 35´, Bonnín brindó una flojísima respuesta a un débil disparo de Castellani, que se transformó en el 3-2 para el Halcón. Antes del cierre de la primera parte, Faravelli aprovechó un error defensivo del rival y definió sin ángulo. Más tarde, en los albores del segundo tiempo, otra vez Márquez adelantó al local después de recibir sin marca en el área chica. Y por último, Licht la guapeó en la salida de Defensa, mandó el centro a la olla y Franco Niell saltó más que todos para conectar la pelota y mandarla adentro.
En el medio, hubo jugadas desperdiciadas por parte de los dos equipos. De hecho, el resultado bien pudo haber contenido más goles. Debut auspicioso de Gimnasia, que deberá trabajar para consolidar su idea de juego y, sobre todo, para no quedar siempre pagando en zonas defensivas.