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Fútbol

27-09-2017

El técnico sociólogo

Soso brindó una conferencia con Luciano Perdomo, jugador que viene del semillero del Club y debutó en primera en 2015. Con 21 años fue sancionado por doping positivo en un partido del torneo pasado contra Colón en Santa Fe. La idea de no poner el ojo en el último eslabón, clave para el futuro.



Como en ese tiempo no existían las tarjetas de amonestación y expulsión, a cada fallo discutido Cassidy sacaba la ética y se sentaba en el medio de la cancha a explicarles a los jugadores las definiciones de Spinoza sobre el amor, el orgullo, la envidia y los celos.
Estracto de “Final con rojos en Ushuaia”. Osvaldo Soriano


“No hay que dejar que se estigmatice ni se lo condene socialmente”, dijo entre otros aspectos quién dirige al plantel profesional de Gimnasia. Llamó al colectivo a re pensar la situación y se corrió del eje “diplomático” de la cuestión, que sería mantenerse neutral ante la noticia.

En tiempos de posverdad, donde un discurso sin pruebas fehacientes puede llevar a condenar públicamente a personas, organizaciones o diversos colectivos, la idea de no poner la culpa sobre la persona para mirar la complejidad produce un llamado de esperanza. Perdomo se equivocó, merece sanción, pero no punitividad. Esto es, que no se lo excluya de todos los ámbitos donde se mueve porque eso no lleva a un buen desarrollo como persona.

Son tiempos donde el periodismo muestra el que llega y no el que se va. Donde el éxito es lo ético, lo rendidor y no lo humanizado. Momentos donde no hay entrevistas a ese que “lo dejaron libre” y siguió el camino del estudio, del trabajo digno, del desocupado, del busca vida.

En el tenis, son los primeros del ranking ATP, pero no el que vende en la feria para jugar un torneo. En el básquet, la NBA o la liga europea le pasa el trapo al que maneja el bondi en la semana para jugar en Berisso el sábado. En el fútbol, la historia profesional (del capital, diría Oslvado Bayer) es la que importa, porque en el amateurismo –donde cualquiera podía salir campeón- no sirve.

Volviendo al eje planteado, son las etiquetas, los prejuicios y lo estigmas los que reducen problemáticas complejas. Perdomo nos está pidiendo ayuda, no exclusión. Perdomo no es el problema, sino lo que hay atrás: un negocio desigual que obliga, apremia, en una sociedad que castiga sin pudor. Acá no hubo casos de terceros, ni otras violencias como pasó con el jugador de Independiente Velázquez, en el "pacto de caballeros". Perdomo no es el jugador, Perdomo es persona, es su trayecto, su familia, las presiones profesionales, las obligaciones morales. Pero también es un pibe de 21 años.

Alguna vez el colectivo de Tribuna Gimnasista pidió generar procesos educativos dentro de los deportistas de la institución. Hablaban de reforzar los procesos identitarios, pero también de generar acciones colectivas y solidarias ante un contexto de constante competencia y sálvense quienes lleguen a primera.

Bien por Soso, que no es sólo un director técnico con una idea de juego, sino un actor político que dice lo que piensa, y humaniza el deporte. Bien por aquellos y aquellas que retoman su mensaje, agarran la piedra y dan el debate.

Santiago Giorello

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