El proyecto del DT del Lobo es claro y largo. La crítica constante no hace más que poner trabas al asunto. Si el hincha es paciente, Gimnasia cuenta con grandes probabildiades de abrazarse con el éxito al final del camino. OPINIÓN
Resuenan críticas destructivas. Que efectivamente, destruyen. Cierta facción poco memoriosa de la masa gimnasista ignora los errores del pasado, ésos que se cimentaron en un club vacío de proyectos futbolísticos. Todo era parche y a otra cosa. Cambiar por cambiar. Desesperación. Manotazos de ahogado. Buscar lo que no había. Así desfilaron por Gimnasia personajes de toda raza. ¿El saldo? Apocalíptico: B Nacional, juicios multimillonarios, divisiones inferiores arruinadas, expectativas nulas para el futuro. Calamidad.
Es llamativo que se exijan resultados inmediatos. ¿Desde qué lugar se alza la crítica? La crítica no halla ninguna línea argumentativa en el pasado reciente. Tampoco en el no tan reciente. Esto es Gimnasia: ¿quién arrojó resultados inmediatos sobre el paño? ¿Desde cuándo el hincha de Gimnasia se proclama resultadista y se desconoce frente al espejo?
Que la propuesta de Soso no se adecua a la calidad de los intérpretes resulta, como mínimo, discutible. Alfaro cedía la pelota, plantaba dos bondis en terreno propio y aburría a todos con un juego extremadamente amarrete y cauteloso. Y los intérpretes eran lo mismo que ahora. Pero a Alfaro se le exigía otra cosa, alguna cuotita de lo que hoy ofrece Soso. ¡Y eso que Alfaro sacaba puntos! Pero como el hincha suele ser inconformista, cruel y lapidario, Alfaro se fue por la puerta de atrás después de un clásico perdido. Lo que hay son jugadores del montón, sí. Pero son profesionales que con trabajo se adaptan a cualquier estilo de juego. El ejemplo neto es Defensa y Justicia.
Con Troglio la historia fue distinta. Siempre se le achacó la ineficacia en los clásicos. Su proyecto tenía otros tintes: equipos atrevidos e intrépidos, que gravitaban bien en ofensiva pero que no se ponían colorados cuando había que sacarla de punta para arriba. Troglio se fue porque el hincha se cansó de esperar éxitos grandilocuentes y porque Onofri quedó entre la espada y la pared, cedió ante la crítica y se lavó las manos.
Por primera vez en mucho tiempo Gimnasia tiene un entrenador con ideas firmes, concisas, que seducen por naturaleza. Un tipo noble, meticuloso y ultra obsesivo, que recopila innumerables buenas recomendaciones de los que saben, que apuesta fuerte y que no se oculta: su proyecto abarca la totalidad de las vertientes del fútbol tripero. Un tipo que prioriza la posesión, el toque rápido y el pase certero, y que no negocia ideales. En ese aspecto –y no es exageración– puede hablarse de un plan revolucionario para el club. También por primera vez en mucho tiempo, el todo de los jugadores está compenetrado al máximo con la idea. “Este es el camino”, repiten como discurso y con convicción.
Pero los planes de semejante calibre no se concretan de un día para el otro. Requieren de tiempo. Y por eso, la crítica despiadada y destructiva no sirve. Van seis fechas. ¿Alguien creía que Gimnasia iba a pelear el campeonato? La crítica despiadada y destructiva que la ejerzan algunos periodistas locales medio pelo, que mendigan protagonismo y que cómicamente creen que gozan de peso específico para voltear técnicos o para hacer tambalear la estantería de los clubes por Twitter.
Discutamos, sí. Discutamos si Fito puede jugar de líbero o no. Discutamos si línea de tres o línea de cuatro. Discutamos si Ibáñez o Mazzola, si Licht o Colazo. Si Dibble o Niell. Pero no discutamos un proyecto de una valía tan grande. Porque si no cuidamos a Soso volveremos mar adentro con bote a la deriva.