Un salpicado de reflexiones en el primer semestre del “proyecto”. El técnico comenzó a ser autocrítico, y eso sirve para acercarlo al hincha, que valora el trabajo y compromiso sin pedir su renuncia –como instalaron algunos medios-, pero sí con demandas tácticas de cambio. OPINIÓN
El gol sobre la hora sorprendió a más de un tripero y tripera. Reponerse de un empate que olía a derrota –sin merecerlo- por los avances del rival en el segundo tiempo, es una bocanada de confianza. Volvamos a lo que decíamos en agosto: este equipo en el primer tramo sacará menos puntos que Alfaro, y no por hacer futurismo, sino porque cambiar de sistema requiere su proceso. Le pasó a Talleres y a Defensa y Justicia con un colchón de partidos que necesitaron para acomodarse, hoy dos equipos modestos que están un año avanzados con respecto a Gimnasia y ya ven sus frutos, sin sufrir con los promedios y accediendo a las copas.
Gimnasia pierde, gana, pierde. Eso duele en el mundo resultadista. Pero hay algo que lo diferencia de otros procesos: hay proyección. Con críticas, sí, algo que Soso cambió en tanto discurso, ya que en las primeras fechas se lo veía más obtuso en su manera de ver las cosas.
Los mejores partidos de Gimnasia salieron con rivales de jerarquía: Lanús y River. Los peores, con los “accesibles”. Chacarita ganó 1 de 11 y fue contra el Lobo, en un partido parejo en llegadas pero con eficacia local. Belgrano está en transición, sin embargo Lavallén le ganó la batalla táctica (omitamos el gol y medio que hicieron desde sendos laterales): por momentos el equipo no resuelve las segundas jugadas con presión alta del rival, y deja huecos en el tránsito del mediocampo (Godoy Cruz dixit). Con Vélez, en cambio, eso salió y abrió el marcador.
En tanto individualidades, a Mazzola le llevó varios partidos aplicar la función de pivot, y ganó batallas bravas como las de Maidana y Pinola. En Córdoba, por ejemplo, hizo amonestar y renegar a Lema. Punto a favor para el delantero, de los más cuestionados del plantel junto a Faravelli –expuesto pero necesario, en sus pies pasa la elaboración/definición- y Guanini, que peleará con Coronel (y ¿Ramos?) un lugar en la zaga central en el 2018.
Es cierto que el equipo aún no se ganó el feeling con la gente. Los “viejitos” de la defensa cumplen por momentos en lo sucio, pero no en lo visible (19 goles en contra en 11 partidos, el más goleado del torneo). El más querido por los hinchas cumple con una tarea compleja: Rinaudo es un desafío para la táctica y tampoco contagia esa posición desde lo vistoso, fundamentada en transiciones de defensa a ataque, como dice el técnico. Por un lado, es cierto que en otros equipos, el oriundo de Amstrong sobresalía en desmedro de un nivel medio/bajo de sus compañeros. Por otro, los cuatro goles de Colazo en el torneo tienen que ver con este sistema, que trata de explotar las velocidades de ex Boca junto a Dibble y Aleman.
En síntesis, es preciso señalar que hay que fomentar a los pibes cuidando la identidad generada. El domingo Gimnasia terminó con sólo cuatro jugadores paridos en el Club. La reserva rinde y pide pista en la pretemporada en Estancia: los laterales deben tener herencias naturales, mientras los nombres de “Caco” García (a préstamo, buen rendimiento en el ascenso), Matías Nobble y Matías Melluso, deben ser alternativa. Soso manda señales, con los ejemplos de Eric Ramírez y Agustin Bolivar; este último tendrá el desafío de ponerse al equipo al hombro en la contención el próximo domingo, ante un Racing picante en lo ofensivo.