Hoy era un día para levantar la imagen de una comisión directiva que venía en picada, la lluvia lo ponía nuevamente en el centro de escena.
Después de haber menospreciado a los hinchas que no aceptaban el estadio provincial, después de haber estigmatizado a aquellos que fueron a defender el préstamo del bosque a un club que oscila de su estadio hace 13 años, después de haber echado por la puerta de atrás a Chirola, era el día para ponerse firme.
Pero no, la CD eligió no ir al Bosque.
Los hinchas, que había recibido un mail de que sólo iban socios a la cancha, que nuevamente fueron pisoteados porque se abrió el expendio a los simpatizantes de Boca, se estaban mojando. Se subían al bondi que pasa cada 50 minutos los domingos, de una ciudad inundada, de un barrio embarrado… dejaban su fin de semana de descanso, se mojaban el único par de zapatillas que no usan para trabajar, algunos se tomaban un taxi y dejaban un ojo porque era tarde, llegaban y se encontraban con la noticia.
Un llamado de Buenos Aires bastó para tomar la decisión. Era el día para tomar un perfil aguerrido y firme en defensa del estadio, de plantarse a los mercaderes de la seguridad, a los que cocinan la torta de este negocio que desborda. Era una mañana de un césped prolijamente cuidado en la semana por los laburantes de a pié, que no cobran seis cifras, pero no.
Estaban los periodistas que quieren al club diciendo que se podía, estaban los hinchas testificando que se jugaba, las fotos circulaban en las redes. Pero no.
Argumentos de manuales escolares ganaron la escena. Especulaciones dignas del contexto económico ganaron la agenda y el club, volvió a perder sin jugar.
Por eso, por todo esto, vale decir que Pellegrino no se arrodilló ante el poder, Pellegrino nos hizo ver que es el poder.