Niell pateó, la gente la metió. El hincha tripero alentó toda la tarde logrando un empate con sabor agridulce.
Desde temprano el triperío fue dejando atrás sus compromisos laborales para darse ese inexplicable gustito de ver al Lobo aunque juegue de visitante en pleno horario laboral.
Los primeros en llegar fueron los chicos de La Granja que junto a los de Plaza España, JAVI, VALE y FEDE fueron colgando estratégicamente sus trapos sobre el alambrado.
Los minutos corrían y de a poco la popular se fue poblando y ahí empezaron los primeros cruces con algunos plateistas cuervos que debían soportar la incesante -e ingeniosa- marea de insultos que los triperos le propinaban.
En un momento, a falta de veinte minutos para empezar el partido y tras la victoria de la reserva, parecía que el local, por aliento y fervor era Gimnasia. Llegaron los bombos y las trompetas, los trapos largos y ya estábamos casi todos, casi porque por desgracia dos micros se quedaron varados en la autopista y tuvieron que sufrir el desde el pavimento.
En la primera etapa la impaciencia por el resultado desfavorable sumado al bajo rendimiento del equipo, hizo que la gente cuestionara al plantel completo reclamándole entrega y fútbol para cambiar e rumbo.
Y justamente eso fue lo que logró Madelón con los cambios durante el segundo tiempo. Mayor compromiso y mayor caudal de juego. La gente entendió el mensaje y empujó al equipo para que fuera en busca del empate. Empate que logró Niell y que hizo delirar a todos. Desde los pibes de la reserva que estaban en la platea, pasando por toda la popular y terminando en el mismo banco de suplentes visitante.
Después a sufrir, a lo Gimnasia, porque se creaban los espacios y las opciones para poder liquidarlo y eso no sucedía. En cambio, cada avance de San Lorenzo hacia que cada hincha apelase a lo que fuera para despejar cada balón lejos del área de Bangardino.
Final y empate, alegría en la tribuna por el rival y la forma en que se empató. Un sabor agridulce porque con un poco más de puntería y un poco menos de egoísmo los tres puntos podrían haber viajado hacia La Plata.
