Gimnasia hizo un gran partido en Mendoza y mereció mejor suerte para quedarse con la Copa Argentina. El Lobo tuvo contra las cuerdas a Rosario Central y, tras igualar 1 a 1 en los 90, lo perdió por penales. No hay reproches para un equipo que dejó todo en la cancha. ¡Gracias por la entrega, muchachos!
Ánimo. Cabeza arriba. Frente en alto, que ustedes dejaron todo. Gimnasia dejó la camiseta bien posicionada, transpirada y con orgullo, allá, bien arriba. No se dio, pero ya habrá tiempo de revanchas.
Gimnasia pasó por encima a Rosario Central desde lo futbolístico: tanto conceptual como tácticamente. No hubo dudas de que el Lobo controló las acciones y mereció mejor suerte. De inicio a fin y por amplio margen, el equipo de Pedro Troglio fue superior a Rosario Central. Sin embargo, como muchas veces el fútbol suele resultar indescifrable, el destino no le sonrío a Gimnasia en esta Copa Argentina.
El Lobo se plantó bien de entrada, impuso condiciones e implementó su libreto: presión alta, intensidad y segunda pelota. Así redujo al Canalla, que nunca se sintió cómodo dentro del rectángulo de juego. Y pese a que Gimnasia avisó con buenas maniobras en ataque, fueron los de Bauza los que abrieron el marcador promediando el primer tiempo: centro perdido a la olla, pequeña falla de la defensa tripera, una serie de rebotes y gol de Zampedri. Así, casi sin proponérselo, Rosario Central abrió la cuenta en Mendoza.
El asunto no iba a ser fácil. Pero Gimnasia, lejos de apichonarse ante la adversidad, siguió en la misma. Acorraló al conjunto rosarino que, sin más, decidió replegarse y reventarla una y otra y otra vez.
Troglio metió mano en el vestuario. Sacó a Tijanovich y mandó a la cancha a Hurtado, que se recostó por la zona izquierda. Así el Lobo ganó en profundidad y logró el empate a los pocos minutos de iniciado el segundo tiempo. Fue cuando Ortigoza falló en la salida, Silva capitalizó una contra rápida y abrió para Comba, que mandó el centro para la llegada de Faravelli. El rosarino le dio de primera y la puso por arriba de Ledesma. Y a volver a empezar.
Lejos de buscar el arco contrario, Rosario Central siguió en su territorio. Quizás no tanto por decisión propia como por el empuje del Lobo, decidido a ganarlo. Y allá fue Gimnasia: puso al Canalla contra las cuerdas y lo tuvo en un cabezazo clarísimo de Silva que Ledesma encontró a puro relejo. Y también lo tuvo el Tripero en varias más, casi siempre con la velocidad de Comba por la derecha, donde dejó surcos por doquier.
Los minutos pasaron. Y mientras los de Bauza se aferraban al empate y ambicionaban la tanda de penales, Gimnasia lo buscó siempre. Pero no se dio. Por poco.
En la definición desde los 12 pasos fue mejor el equipo rosarino, que no falló ninguno de sus disparos. Gimnasia falló dos: Silva y Guanini. Suficiente para que la Copa Argentina se fuera para Rosario.
La gente del Lobo, esa incansable cofradía de chiflados que coparon Mendoza en una movilización histórica, se rompió las manos en aplausos. No era para menos: los jugadores habían estado a la altura de lo que la camiseta manda.
Mientras tanto, en La Plata, los que habían permanecido debajo de la cama durante varios días, empezaron a salir sonrientes en las redes sociales. Todo lo que no queremos ser.
¡Gracias, muchachos, por esta locura! Quedarán en la memoria y en las retinas de todo el pueblo tripero la garra y los huevos que pusieron en un partido trascendental. Y ahora, hay que seguir. Para adelante, como siempre. El domingo, otra vez, el Bosque va a reventar. ¡Vamos Tripa!
