Después de la final en Mendoza, quedó en claro, una vez más, que el sentimiento del pueblo tripero no entiende de fronteras ni límites. Esta es tu gente, Lobo.
Ey, Lobo, esta es tu gente…toda tu gente. Y cuando te digo toda, es absolutamente toda. Es la que ayer no pudo ir a Mendoza, pero también la que ayer llenó el estadio y nunca se calló. La que luego de incontables horas de viaje, de cacheos, de paradas estratégicas, no le importó alentar como si estuviera saltando en el Bosque. Gritó, sabiendo que no iba a volver en diez o quince minutos a la comodidad del hogar a cenar y a hablar del partido, como es costumbre. Alentó, siendo consciente de que volvería rápidamente a meterse en ese mismo micro, en ese mismo asiento, en ese mismo pedazo de almohadón desdibujado por la espalda y el poco dormir. Aplaudió, en realidad no aplaudió, sino que se rompió las manos aplaudiendo, sin tener la más remota idea de cómo iba a volver a la ciudad de las diagonales. Viajó de la forma que le fue posible hacia esa provincia, que por momentos parecía prometer felicidad teñida de azul y blanco. La ilusión, a esta gente, a la tuya, no se la robó nadie ni siquiera hasta el último penal. Al fin y al cabo, es ella la única que nos mueve los pies en la vida. La que abre nuevos y mejores caminos, la que nos muestra, a diferencia de todas las películas o libros, que la vida no termina con un punto y aparte o una pantalla negra… todo sigue.
Esta ilusión es la que explica el motor que movilizó el alma de todos los triperos ayer… haya viajado o se haya quedado en la ciudad, repito. Pero nos guste o no esta es nuestra gente, y la amamos, y nos llena de orgullo. Porque es toda la que siente con una sinfonía en el pecho cada paso que das, cada alegría que brindás, cada derrota en que caes. La que responde a cada cargada todos los días, transformándola en una sensación nueva y alegre que nos da nueva energía.
Esta es tu gente Gimnasia querido, esta que está acá. Tu gente es Joaquín, que gastó todos los ahorros que juntó en el año para viajar, y que además le tuvo que pedir plata prestada a la madre, prometiendo que pronto se la devolvería. Tu gente es Sofía, que fue a Mendoza, y que con suerte puede pagar la cuota del club todos los meses. Tu gente es Alberto, que se tomó el último micro en el último segundo porque se escapó antes del laburo y sin permiso alguno para faltar el día siguiente. Tu gente es María, que ayer rendía un examen y que no dudó en ir a alentar, más allá de que el jueves tenía que presentarse a un final en la facultad. Tu gente es Juliana, que tuvo que decidir entre pagar la décima cuota de luz o llevar a sus tres hijos que se morían por esta final.
Tu gente es Ernesto, que vive en los Hornos y se fue caminando a Mendoza, porque ni loco se lo perdía. Pero tampoco era del todo consciente del riesgo de no llegar a horario. Tu gente es Natalia, es José, es Leonardo, es Sebastián, es Agustín... tu gente es toda aquella que con solamente la ilusión de un título le bastó para dejar todo, para no importarle la plata que debía y la que ahora debe, para no importarle si comía o no en el viaje o si sólo le alcanzaba para el almuerzo o la cena. Tu gente es la que no tuvo otra que quedarse, porque literalmente no tiene nada, pero que te alentó igual, juntándose en la vereda de otro tripero con una radio de antena destrozada, o bien con un tercero que vio a estos dos enfermos, y los invitó a casa a verlo en la tele. Tu gente es la que sacó pasaje de Alemania, de Brasil, de España, de México.
Tu gente también es Alexis, es Víctor, es Manu, es Germán, es Mellu, es Maxi Comba, es Fito, es Lolo, es el Bochi, es Tija, es el uruguayo Silva. Tu gente es Hurtado, es Facu Oreja, es Boni, es Maxi Coronel, es Gonzalo Piovi, es Juan Cataldi… tu gente es toda aquella que en el campo de juego dejó la camiseta empapada de tanto correr, es esa que sacrificó el alma en cada cruce, en cada pase, en cada pelotazo. Tu gente es esta, la que nos hizo creer que todo era posible… tu gente es Bernay, es el profe… Tu gente es él, el único, el inigualable Pedro que grita a coro toda la hinchada. Tu gente también es la que ya vistió tus colores e hizo fuerza igual, transpirando desde donde estuviese: es Álvaro Fernández, es Pablito De Blassis, es Caco García, es Nacho Fernández, es el Pata Castro, es Pipino Cuevas, es el Mono Monetti, es Franquito Mussis, es Ramiro Carrera, es el Toty Chávez, es Emi Méndez, es Pablo Morant, es Luquitas Lobos, es el jugador de selección Maxi Meza, es Chirola, es el Pampa, es el Indio, es los Mellizos… y tantos, tantos otros más.
Más allá de que el tropezón dolió, sabemos bien que solamente faltó el último tirón de barba del de arriba. Pero… no importa, dado que tu gente está. Y mientras tu gente esté no importa absolutamente nada. Tu gente es esta, toda esta que te nombré. Es toda esta gente que me falta nombrar y no puedo. Toda la que está, toda la que se está por ir o ya se fue. Es la que partió ayer, anteayer, hace un año, dos o diez. Es la que está arriba y gritó más que nunca, la que te palmeó la espalda cuando te vio llorando debido a que otra vez, lamentablemente, no se nos dio… porque esa gente tampoco se olvidó de viajar si es que pudo hacerlo, como un manchón azul y blanco en el cielo. Es la que te abraza en estos momentos difíciles, y aquel desconocido que se fundió en un abrazo en aquel gol que nos esperanzó. Es esa que te promete que todo va a estar bien y va a seguir, es la que te dice que esta es la senda a seguir. No lo dudes y creé que es así.
Ey, Lobito querido, Gimnasia de mi alma, mírame a los ojos y no llores. Esta es tu gente y pase lo que pase (siempre) estará presente.
