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Fútbol

27-02-2019

Construcción de una filosofía

Mientras el Lobo lucha fecha a fecha por escaparle a la zona roja de los promedios, bien vale preguntarse cómo se llegó a esta situación. ¿Cuál es la línea futbolística que sigue Gimnasia? ¿Tiene una? ¿La respeta? Mantener un hilo expecífico en el tiempo desemboca en buenos resultados. Hay varios ejemplos. Opina y analiza el periodista tripero Gabriel Fernández.

El asunto es más o menos así. Si bien es posible modificar el andar según las circunstancias, el establecimiento y desarrollo de una personalidad y un estilo pueden resultar satisfactorios. Es preciso ser francos y partir de una base de realidad: los distintos esquemas ganan y pierden alternadamente. No hay una fórmula que asegure el éxito, lo cual afirma la única gran certeza en el fútbol y en la vida: la imprevisibilidad relativa.

Dentro de la mirada del lector ha llamado la atención esa descripción dual; en apariencia contradictoria. La noción fuerza es que aunque nadie sabe en verdad qué va a suceder, es posible adoptar algunos recaudos que garanticen el conocimiento del accionar que se lleva adelante. Porque una cosa es tener un plan aproximado que define el modo de transitar el sendero y otra es inventar nuevas formas de modo continuo. Nada es objetable: preferimos, sin embargo, una definición de trazo grueso.

En el periodismo esto se visualiza con claridad. Hay distintos caminos a seguir. Uno de ellos, el que construimos tras conocer los otros, implica la admisión del lugar en el que estamos situados y la porosidad a los intereses que envuelven ese lugar. La consideración de los aportes y al mismo tiempo, su adecuación para la emisión de un mensaje comprensible y elegante. Por otro, tenemos el fingimiento de una neutralidad imposible y la verticalización estricta del conjunto noticiable sobre el interés empresarial privado.

Pensamos que en las distintas actividades pueden hallarse disyuntivas como esa. En el fútbol también, con las particularidades del juego. Para abordar la cuestión es preciso despojarse y olvidar la propaganda de cada espacio: los que se presentan como resultadistas no siempre ganan, y los que se presentan como creativos no siempre generan belleza. Son esbozos de intenciones, búsquedas asentadas en perfiles. Lo más atractivo del fútbol es que una vez que está todo dispuesto, surge la novedad, la sorpresa.

Pero ese brotar es de difícil anticipación. Las instituciones sociales y los cuerpos técnicos necesitan orientar el andar para proponer personalidad y estilo, sea cual fuere el escogido, con el objetivo de delinear una modalidad que atraviese el conjunto de las divisiones pero que además ordene el nivel de exigencias público sobre la formación titular de primera división. Una definición con sentido facilita la formación de los pibes, la ubicación de los recién llegados, el debate con el Mundo que configura el club. Con más razón, un núcleo popular, dinámico y apasionado como el de Gimnasia.

Vamos hacia algunos ejemplos. Es valioso precisar si el mediocampo será zona de tránsito rápido o germen de posesión. Es importante saber si los laterales pasan o contienen. Y algo poco tomado en cuenta: es preciso definir qué centrales exige cada estilo. Fíjense: una investigación desplegada por Bielsa demostró que los dos zagueros medios son los que –por su posición- más pases están obligados a dar durante el cotejo. Sin embargo, es habitual preocuparse poco por la técnica y la precisión de los convocados para ese puesto, a quienes se les exige marca, salto y despeje.

Esos tres factores son decisivos para el puesto, claro, pero al conocer el dato sobre la responsabilidad de los centrales en la formación de juego, la exigencia técnica empieza a pesar. Reflexionemos sobre tantos balones desperdiciados que rápidamente retornan al campo propio: si hubiera mayor preocupación en la forja técnica de los puestos menos técnicos –en apariencia- varios problemas de posesión serían resueltos.

Y así siguiendo con wines ¿abiertos, en diagonal o contribuyendo al armado por abajo en tres cuartos ofensivos?. El debate sobre los centrodelanteros no es ajeno a esa situación, por razones evidentes. Es decir, una cosa es preparar el equipo y, antes, las divisionales inferiores, para establecer determinada línea de juego, que para proponer otra. Lo cual nos lleva a entender que resulta mucho más preocupante aún la modificación cada seis meses o en períodos cortos, del conjunto del esquema táctico básico que se lleva adelante.

A partir de aquí, asentados sobre conceptos en las cuales creemos con firmeza, vamos a algunas especulaciones fundadas pero con mayor margen de error. Digamos que la personalidad que definen las instituciones sociales de fútbol parten de un común acuerdo entre hinchas – socios, directivos y cuerpos técnicos. Si ese pacto no sucede, las comisiones directivas hacen lo que les parece; entre otras cosas, cambiar el estilo a cada rato ante resultados aleatorios, y según sus intereses particulares y gustos personales.

Aventuremos un poco: el sistema pasional de clásicos en el fútbol argentino se delineó naturalmente y situó franjas sociales diferenciadas en unos y otros clubes. Enlazadas por supuesto, ya que al tratarse de un deporte el alineamiento es voluntario y depende de muchos factores. Pero cierto es que cada hinchada tiene su peculiaridad. Ahora bien, eso se ha trasuntado estilísticamente en las instituciones sociales y su derivación futbolística en Boca – Ríver, Central - Newells, y algunos más. Bien: queremos indicar que Gimnasia está faltando a su cita.

El clásico rival platense definió hace más de cuatro décadas un lineamiento. Lo siguió a rajatabla –debemos admitirlo- con altos y bajos. Si tomamos arbitrariamente lo que evaluamos como el interesante ejemplo rosarino, veremos que en el contraste futbolístico a Gimnasia le tocaría la asunción del modelo de posesión y generación (Newells, Lanús, Independiente, Ríver, Argentinos Juniors). No nos referimos a las características de sus públicos, diferenciadas, sino al camino que se podría escoger para avanzar con personalidad y estilo.

Allí hay que romper con el bilardismo por un lado, y la autodenigración por el otro. El primer punto está señalado y es parte del imaginario colectivo tripero. El segundo, es serio: el hincha promedio piensa que “no tenemos jugadores” para eso, lo cual es un disparate. Observando los planteles de primera y reserva ¡hoy! podemos dar cuenta de la posibilidad. Pero sobre todo, al absorber –por ser cautos- el 50 por ciento de los pibes con técnica (para cada puesto, atenti) de la región que merece ser equiparada con Santa Fe a la hora de originar talentos, estamos en condiciones de diseñar el estilo que se nos venga en gana.

Ahora bien: una vez que se defina el camino, se debe prohibir a las comisiones directivas su alteración. El debate entre los medios gimnasistas y el público necesita una exigencia en tono: nada de tirar todo por la borda porque el tiro libre pegó en la parte externa del palo y salió fuera. Si existe una determinación, hay que bancarla. Otro ejemplo –en ese sentido- es Defensa y Justicia; desde el Negro Rodríguez hasta Sebastián Beccacece fueron contratados seis entrenadores, todos alineados en la misma dirección. Porque el asunto no es garantizar la pervivencia de cuerpos técnico o planteles, sino de asegurar la continuidad de un diseño que brinde personalidad al equipo de primera división y a su través, del conjunto de las formaciones menores.

Nada asegura el éxito. Sin embargo, puede admitirse que contar con una línea de trabajo y con jugadores educados para seguirla en distintas circunstancias, tiende a mejorar el rendimiento promedio de los equipos de la institución social. Esta es nuestra primera reflexión al respecto. Estamos dispuestos a conversar y escuchar los planteos que nazcan con sinceridad. En tanto se pueda dialogar más allá del promedio inmediato que nos preocupa, legítimamente, en este tramo del campeonato.

Gabriel Fernández
Director La Señal Medios

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