Gimnasia hizo un partido pésimo ante Unión y cayó por la mínima en el Bosque. El Lobo, lejos de aferrarse a lo bueno que había logrado en Mendoza, volvió a cometer errores inadmisibles que lo dejaron sin nada. Uno de los peores equipos de la historia del club, que perdió los cinco partidos que jugó como local en el torneo, solo mostró mediocridad, falta de jerarquía y un vergonzoso estado físico y futbolístico. La esperanza se va borrando.
Hoy quedó claro que la victoria en Mendoza no fue más que un oasis en un sinfín de desierto. Que eso ya pasó, que fue efímero, y que otra vez Gimnasia tiene que lidiar con innumerables problemas, errores y falencias y muy poquitas virtudes.
El Lobo tenía la chance perfecta de volver a sumar de a tres, de hilvanar dos victorias consecutivas después de dos años. Pero no. El modesto Unión de Santa Fe fue demasiado para este tristísimo Gimnasia, que a la luz de los números es de los peores equipos de la historia del club.
Otra vez emergieron errores puntales y conceptuales de primer grado. Si Bonifacio te gana la espalda y llega solito a posición de gol más de cuatro veces, entonces que el rival abra el marcador por esa misma vía no resulta una sorpresa. Tampoco sorprende que un arquero que hace pocos meses declaró a viva voz que quiere irse del club cometa errores de los grandes, sistemáticamente, en todos los partidos.
Párrafo aparte para el lamentable estado físico de este plantel: estos tipos se arrastran por la cancha, siempre, cuando las agujas marcan los 70 y moneda. ¿Quiénes son los responsables? Por supuesto, una dirigencia que en materia de fútbol hizo todo mal durante tres años.
Para rescatar algo hay que escarbar bien hondo. Algunas combinaciones de Matías García y la solidez de Caire fueron lo mejorcito del Lobo esta tarde. Maradona hace lo que puede con un material de tan mala calidad, pero resulta cuestionable el porqué de la vuelta de Licht cuando equipo que gana no debiera tocarse.
Bonifacio durmió a todos a los 30 y pico del segundo tiempo, le dio de lleno a un pase aéreo y la clavó al primer palo de Martín Arias. No iba a haber tiempo para mucho más.
La esperanza se va borrando, y la ilusión, anclada en el simple hecho de ser hinchas de Gimnasia, se está haciendo trizas. Todavía hay tiempo, pero cada partido que pasa es un puñal al corazón.