Gimnasia fue de punto a Rosario y, contra todo pronóstico, aplastó a Newells 4 a 0. El Lobo no tuvo fallas, jugó su mejor partido en mucho tiempo y llega de la mejor manera al clásico. Contín, Caire, Tijanovich y García sellaron una goleada para el recuerdo. La ilusión se renueva al compás de Maradona y el sábado hay que dejar la vida.
Ni el más optimista de los optimistas vaticinaba lo que arrojó la noche de Rosario. Que Gimnasia resurgiera como el ave Fénix, y que, acorralado contra las cuerdas, sacara de su interior el golpe más esperanzador de todos. Eso es Gimnasia hoy tras el 4-0 propinado a Newells en su casa: esperanza.
Después de mucho tiempo, el Lobo mostró sus garras y fue un equipo sin fallas, certero en todas sus líneas, seguro de sí mismo y, sobre todo, efectivo. Así se cargó a Newells en el Parque de la Independencia, en plena fiesta desatada por la llegada de Maradona.
Gimnasia mantuvo el orden en todo momento. Esperó, presionó hasta el punto indicado y pegó en los momentos precisos. Contín jugó el partido de su vida: abrió la cuenta y después generó el segundo y el tercero a puro empuje y potencia. Ayala fue un relojito; García aportó jerarquía; Tijanovich hizo todo bien y ahuyentó críticas injustas. Esta vez no hubo puntos bajos.
A los 40´ Contín le dio fuerte de media distancia y, post desvió en Gentiletti, la pelota se clavó en una de las esquinas de Aguerre. Después, en el complemento, Gimnasia fue una tromba en los minutos iniciales y liquidó el asunto: Caire a los 4´, Tijanovich a los 6´y García a los 12, con gol olímpico. Fin de la historia.
Si se pudiera elegir la forma de llegar a los clásicos, todos elegirían esta. Habrá que dar reválidas este sábado en el Bosque, cortar esa racha maldita y que sea carnaval en La Plata. La esperanza se había empezado a borrar, pero hoy resurge con luz propia.
