De ida y vuelta. Así se dio el clásico #184 en cancha de Estudiantes, donde el Lobo se plantó con convencimiento en terreno rival y no pasó sobresaltos ante el conjunto local.
De entrada se vio a un Gimnasia bien organizado, que buscó lastimar por las bandas y que aprovechó las escaladas punzantes de Carbonero para trasladar peligro al área de enfrente. Así transcurrió la primera mitad del encuentro: con el Lobo teniendo más claridad y pisando con frecuencia el campo de Andújar.
Estudiantes emparejó el asunto pasados los 30 minutos. Y vio en el andarivel derecho del Lobo, donde Insaurralde se paró en lugar de Enrique, el espacio preciso para lastimar. Y así llegó el gol: jugada aislada, pelotazo largo, se filtró Mas, asistencia a Rogel y 1 a 0.
De inmediato Carbonero se fue solito y perdió en el mano a mano con el arquero albirrojo, que a quemarropa le tapó el disparo.
El Lobo salió al complemento con la clara intención de ir por el empate. Y lo logró temprano, cuando a los 6 minutos Tarragona picó al vacío, Sosa lo asisitó y el delantero le dio fuerte, raso y cruzado para dejar sin chances a Andújar.
Lo que vino después fue un leve dominio de Estudiantes, que fue al frente más por obligación y necesidad que por superioridad futbolística. Y la más clara fue una jugada de doble cabezado que Rey resolvió de manera espectacular.
No hubo tiempo para más. Pipo mandó a la cancha a Leyes, Domínguez, Enrique y Soldano. Gimnasia amagó con algún contragolpe pero no encontró el momento preciso para quedarse con todo.
Loustau pitó el final y el clásico #184 terminó en una igualdad que, en resumidas cuentas, fue lo más lógico, ya que los equipos se repartieron el dominio del partido.
Ahora, el Lobo deberá dar vuelta la página y pensar en el objetivo siguiente, que será Patronato en el Bosque el próximo viernes.