Como se esperaba, el partido fue chivísimo en el Bosque. Porque Argentinos es un equipo muy aceitado y porque Gimnasia llegó diezmado, casi con la lengua afuera en la recta final del campeonato.
Pipo apostó fuerte y metió cambio de esquema. La cosa no salió bien. Es que el Bicho dominó claramente la primera mitad y, si no fuera por Rey, se iba al vestuario en desventaja. Igual, el Lobo tuvo alguna que otra. La más clara: una escalada extraordinaria de Sosa que terminó con el paraguayo definiendo apenas desviado
Gorosito tomó nota de que había leído mal las instrucciones del juego. Y, rápido, metió mano en vestuarios: afuera Fratta y adentro el pibe Steimbach. Gimnasia volvió a las fuentes en el complemento y allí se vio otra cosa. Más cuando entraron Benja y Ramírez.
El Lobo emparejó un asunto que, después de los 20 minutos, se hizo de ida y vuelta y a todo o nada. El punto no le servía a ninguno pero una derrota iba a ser casi fulminante para cualquiera de los dos. Acaso por eso el Lobo y el Bicho se atacaron cuidando la retaguardia.
El que hacía el gol ganaba, aunque ninguno de los dos pudo quebrantar el arco rival. Argentinos no pudo por culpa de Rey, quien salvó dos veces a quemarropa ante Ávalos. Y Gimnasia no pudo porque anduvo con muy mala puntería en la zona decisiva.
Ah, el árbitro Falcón Pérez inclinó todo el partido a favor de equipo de La Paternal en las jugadas divididas. Moneda corriente. ¿Pase de factura para Pipo?
Síntesis: partido fulero. Argentinos fue un poco más pero Gimnasia contó con algunas muy buenas. Y el Tripero no pudo sellar su pasaje a la Copa Libertadores. Tiene dos capítulos más para lograrlo: el jueves con Boca en el Bosque, y después ante Talleres en Córdoba. ¿Se puede? Claro. El Lobo sigue en la lucha, pero hay que mejorar.
¡Vamos Gimnasia!
