Hay máximas en el fútbol que perduran en el tiempo. Un es: ni el mejor cuando se gana ni el peor cuando se pierde. Bien, hoy el Lobo jugó, quizás, su peor partido en lo que va del año, cayó ante Godoy Cruz y se volvió a La Plata sin nada. Lejos estuvo de poder rascar una igualdad y, por consiguiente, no pudo revalidar todo lo bueno que venía haciendo.
¿Rendimiento alarmante? No. Se perdió y punto. Por cierto, ante un equipo como el Tomba que, desde que asumió Oldrá, lleva 8 sin derrotas; con intensidad, mucho roce, dinámica y efectividad arriba.
Esta vez el pibe Felipe Sánchez, ese que crece partido a partido, que con 18 años juega como un defensor experimentado repleto de oficio, falló. Lo hizo en una salida displicente y cedió al rival la chance de concretar. Al margen: golazo de otro planeta de Allende (patea mil veces más y 999 las tira a la tribuna).
Más allá del error puntual, Gimnasia nunca estuvo en partido y casi que no hubo jugadores aprobados en la tarde mendocina. No salió nada. Chirola tomó nota y fue veloz con los cambios: Eric Ramírez en el entretiempo y, después, antes de los 15, Mammini y Torres.
Incluso jugando mal, el Lobo elaboró algunas. Porque Eric contó con clara pelota y la mandó apenas desviada; y porque cerca del final, Mamut la hizo bien por izquierda y el arquero Rodríguez le ahogó el grito.
Godoy Cruz fue inteligente, ordenado e insoportablemente atento en la marca; el Lobo, todo lo contrario. El Tomba lo liquidó en el último minuto en una contra sencilla: desborde, centro, cabeza y gol.
Párrafo aparte para Baliño, cuándo no jugando en contra: dio 5 minutos de adición cuando debió dar varios más y no expulsó a uno del Tomba que simuló en el área estando amonestado.
Hay que pensar en lo que vendrá. Parar la pelota y convencerse de que este flojísimo rendimiento de hoy no es el que marca la altura de este equipo de Chirola Romero. Gimnasia está para mucho más.