Se acercan los partidos de promoción y el Lobo debe dejar todo para superarlos. Cuenta con un aliado: la identidad tripera.
Cuantas batallas enfrentamos, de cuantas guerras fuimos partícipes y cuantas lágrimas derramamos, por alegría o por tristeza, en nuestra larga historia.
Las adversidades siempre fueron parte de la vida de Gimnasia, pero con humildad y sacrificio supimos superarlas.
Hoy la realidad de nuestra institución de estar peleando por permanecer en primera división es que por culpa de ignorantes que manejaron nuestro club y por jugadores mercenarios que nunca merecieron vestir la camiseta azul y blanca.
Cuando comenzó la temporada sabíamos que sería difícil no descender, había que obtener muchos puntos y encima las cosas no comenzaron como se esperaba.
Renunció un histórico, el Topo Sanguinetti y llegó Leonardo Madelón, un desconocido para muchos y un simple técnico para otros. Hoy se ve que Leo hizo un trabajo impecable en el Lobo y que no estuvo ni está solo ya que los jugadores tuvieron influencia para que hoy Gimnasia haya evitado el descenso directo.
Decimos que su trabajo fue impecable, magnífico, extraordinario, pero no milagroso, porque este plantel y cuerpo técnico, no necesitaron de milagros para zafar del descenso directo cuando todos lo daban por muerto, sólo alcanzó con esa entrega envidiable, con esa garra y dignidad que sólo tienen los triperos.
Esta vez la hinchada no se contagió de los jugadores, sino que ellos se identificar con nosotros, con su gente. Por eso los que salen a la cancha no sólo son futbolistas, sino que son hinchas, son tan triperos como nosotros.
Todavía no sabemos el futuro de Gimnasia, pero descienda o no, nadie podrá reprocharle a este plantel, la entrega y el alma que dejaron en cada cancha y en cada partido.
Se viene la promoción ante Atlético Rafaela, una final dijo Madelón, por ende hay que jugarla como tal. Gimnasia debe seguir en primera, su lugar.
