De la desilusión a la euforia. De la derrota en Santa Fe a la hazaña lograda el domingo en el Bosque. Gracias...
Cuanta tensión, cuantas cosas se dijeron luego de la derrota 0-3 en Santa Fe, cuantas especulaciones sobre en qué minuto había que convertir el gol. Qué hechos beneficiarían a Gimnasia y qué lo perjudicaría.
Los ritos, las cábalas, las noches sin dormir, la esperanza, la desilusión, el honor, la deshonra. Todos factores que se vivieron desde el jueves a las 15.30 en Rafaela hasta el domingo 14.30 en el Bosque, cuando se debería jugar la revancha de la promoción.
Explicar lo que sintió el hincha de Gimnasia es prácticamente imposible, porque mientras se jugaba el primer tiempo el optimismo era el fiel amigo de los triperos, pero los minutos pasaban y el gol no llegaba. La desesperación aumentaba las pulsaciones mientras el cronómetro parecía ir cada vez más rápido.
Final de la primera etapa, sin goles; la tribuna con incertidumbre. Estaban quienes seguían esperanzados, aunque también se encontraban los que veían lejano el sueño de permanecer en primera división.
El segundo capítulo parecía la última chance de vida para el Lobo, sin embargo, el tiempo corría y el marcador no se abría. Hasta que Diego Alonso señaló el 1 a 0, muchos lo gritaron, otros pensaron que era el del honor.
A un minuto del final cuando todos crían que el descenso era un hecho, Franco Niell ponía el 2 a 0. Ahí se creyó que la hazaña rodeaba al Lobo, y así fue porque en tiempo de descuento Niell marcó el 3 a 0 para que los triperos siguieran en primera, para romper con las especulaciones, para demostrar que Gimnasia es de primera y para mostrarle al mundo entero que el Lobo está vivo.
Jamás vi tanta gente llorar de alegría, no sé si se festejó como un campeonato, pero si sé que fue el desahogo más grande de la historia del club. Un año sufriendo por quienes nos destruyeron la institución, fue el motivo de semejante alivio.
La locura no se quedó en el Bosque, sino que continuó en pleno centro de la ciudad, donde la hinchada tripera copó la zona céntrica con miles de hinchas emocionados y eufóricos que se quedaron hasta la noche donde disfrutaron de los fuegos artificiales por esta alegría conseguida.
La pesadilla terminó, se sufrió hasta el final como lo marca la historia Mens Sana. Pero esta vez se hizo justicia y esta gente que no sabe de abandonos, que alentó sin parar, que cuando el partido llegaba a su fin, no abandonó y prefirió morir de pié, aunque la realidad fue otra…Esta hinchada merece ser campeón…
