Todos se equivocaron en un desenlace que sólo perjudica a Gimnasia. Es así: hay que bancar a los que se quedan.
Que el tiempo los juzgue. Todos se equivocaron. Una vez más, los que queremos a Gimnasia bien tenemos que mirar el fluir de los hechos masticando bronca.
Hoy, en caliente, se puede decir de todo pero está muy claro: Un técnico tiene que ir siempre de frente y al mismo tiempo cuidar al jugador. Esta vez a Madelón le pudo el ideal… esa forma de hacer a su manera. Podemos estar de acuerdo o no, y en este caso se me ocurre preguntarle: ¿En ningún momento se le ocurrió pensar que había que ser más contemplativo con un jugador de esta jerarquía? ¿Siempre tiene que haber una lección?
Leandro Cufré sorprendió a todos. Es un jugador enorme pero paradójicamente, allá en el viejo continente, se olvidó la paciencia. Para él también hay preguntas ¿Por qué tanta intolerancia? ¿Tanto cuesta dejar el orgullo de lado por este Club que tanto quiere?
Seamos honestos, en dos fechas era titular… la humildad es la base de cualquier equipo.
Walter Gisande no tuvo la cintura política necesaria. Era su partido; una final que tenía que ganar. La complicada misión consistía en acercar a dos tipos a quienes le sobra personalidad y decirles que Gimnasia tiene que superar el desencuentro. No pudo. Allá, sentados junto a él, en una conferencia de prensa que rozó lo dantesco cada protagonista dijo lo suyo; el presidente deseó suerte y a otra cosa.
Ahora le queda la complicada tarea de acercarse al jugador y al técnico e intentar un último acercamiento, aunque parece difícil.
Quizás lo pudo la sorpresa. Quizás se quedó helado y sin entender absolutamente nada en esta lucha de egos o quizás nadie sabe las razones verdaderas del alejamiento y todas estas palabras están de más. Nadie estuvo bien; nadie puede decir “yo hice todo para que esto cambie” porque en algún punto su genio los pudo. Maldito capricho soberbio que hizo destrozar el optimismo de Gimnasia.
