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Fútbol

05-08-2010

HORA DE JUGAR

A escasos días del comienzo del Apertura, Gimnasia se prepara con ánimo de escaparle –una vez más- a los últimos escalones de la tabla de promedios. Análisis de la situación en la que se encuentra el Lobo para arrancar el campeonato.

Muchos pedían a gritos una limpieza exhaustiva y quizás estén contentos. Cocca pidió refuerzos de jerarquía. La consigna era clara y elocuente: traer jugadores mejores que los que se van. Y allí emerge un interrogante que desvela a más de un tripero: ¿Gimnasia hizo lo que debía en el mercado de pases, o acaso volvió a tropezar con la misma piedra de siempre?

Como dijo el Pampa, resultará muy extraño y angustioso verlo a Chirola con la camiseta de Banfield. Pero también es una pena que una figura como Teté entrene apartado y agobiado por la incertidumbre que presenta su futuro. O que Bangardino, un pibe del club que ha mostrado grandes cualidades a la hora de ponerse los guantes, se haya marchado al norte, dejando un lugar vacante que será ocupado, seguramente, por un tal Pellegrino.

Messera también dijo adiós, pero no sin antes disparar municiones contra el entrenador. En parte tiene razón: Cocca seguramente no sabe cuál es la dirección del Juan Carmelo Zerillo. Pero nadie vio a Messera reclamar algo, cuando, tiempo atrás, a otra gloria del club como Cufré le cerraron las puertas.

Lo cierto es que ya no está Straqcualursi –se fue a Tigre ni bien vio la oportunidad, pero no parece ser un inconveniente pues ahora Neira tiene la chance que tanto esperó- ni tampoco Marco Pérez: no se explica cómo Gimnasia no hizo el esfuerzo por comprar la mitad del pase. Algo no menos inexplicable es el regalo que le hicieron los dirigentes triperos al Toluca: Cuevas a cambio de 900mil dólares. Como reliquia quedó Rinaudo, aunque nadie puede asegurar con certezas cuál es su situación. Unos dicen que ya está vendido y no pertenece más a Gimnasia; otras afirman que aún no hay nada concreto. Lo cierto es que se reincorporó a los titulares en las prácticas y todo indicaría que sería de la partida el domingo.

A priori, da la impresión de que, en vez de una limpieza general, lo que hicieron Cocca, Gisande y compañía, fue una simple renovación de piezas símiles. De las siete caras nuevas, sólo tres parecen contar con el total aval de los hinchas: Jiménez, Capurro y Fontanello. El primero puede estar a la altura de Romero en lo que respecta a lo futbolístico, pero no es seguro que ejerza la misma presencia que Chirola con la camiseta del Lobo. El segundo viene a ocupar del lugar de Fito: allí Gimnasia no gana ni pierde, da la sensación. El tercer caso es distinto, pues que el ex Tigre resulte siendo peor marcador central que Maldonado, es una posibilidad quimérica.

Del resto no se sabe mucho, y resulta una incógnita cuáles van a ser sus respectivos desempeños. A saber: Frezzoti, Pellegrino, Moreira y Córdoba. Éste último, un delantero desconocido que llegó por la puerta de atrás a probar suerte. Es una apuesta dirigencial, aunque no parecen ser tiempos de apuestas, ya que las necesidades triperas son otras y urgentes. Si no, cabe preguntarse con qué delantero veloz que vaya por las bandas cuenta hoy Diego Cocca: ninguno.

Dos que volvieron y se quedan son Landa y Masuero. Ambos suman. Ya era hora que alguien los tuviera en cuenta. Hay que ver cómo se las arregla el entrenador para determinar quiénes serán titulares y quiénes deberán arrancar desde más atrás.

Al final de cuentas, la situación del Lobo sigue siendo alarmante porque deberá engrosar su colchón de puntos. Con una defensa renovada casi en su totalidad (el único sobreviviente es Agüero, y se fueron Graff, Ormeño, Imboden y Maldonado), sumado a un mediocampo que promete ser la principal arma de Cocca, y una delantera que los tiene a Neira como una promesa que debe cumplirse en la inmediatez y a Navarro como un ente que debe comenzar a demostrar aunque sea algo, Gimnasia afrontará una nueva temporada y necesita, mínimo, 55 puntos en las 38 fechas para arrancar el año siguiente en situación idéntica a la de hoy, siempre y cuando eso alcance para no descender. Nada está bien claro, pero las cartas ya cayeron sobre la mesa. Es hora de jugar. ¿El objetivo? El mismo de los últimos años: salvarse de la B Nacional.


Agustín Colliani

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