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Fútbol

06-12-2010

SIN MARGEN DE ERROR

El presente no es sorpresivo sino una consecuencia directa de una serie de decisiones desastrosas. Ahora hay que revertir la situación.

Cuando a mitad de año Gimnasia venció a Atlético Rafaela, muchos vaticinaban un futuro floreciente. Nadie consideraba necesario hacer demasiados retoques en el plantel; sólo se trataba de una limpieza general, pero entre Walter Gisande y Diego Cocca hicieron todo lo contrario. Quienes debían irse se quedaron, y quienes debían quedarse se fueron.

El Lobo era feroz, tenía un equipo que, al menos de local, daba miedo. Estudiantes, Racing, Independiente (que llegó invicto y puntero) y Boca se fueron con la cola entre las piernas del Bosque. River y Central zafaron raspando, y sólo Arsenal pudo doblegar a ese Gimnasia que sabía a lo que jugaba. La consigna era de suma sencillez: mantener la base. Pero la inoperancia de quienes debían tomar las decisiones más importantes fue dilapidaria, y el resultado está a la vista: con un plantel disgregado, Gimnasia hizo una campaña propia de un equipo amateur. Diez derrotas, cinco empates, sólo dos victorias, y ningún gol en condición de visitante.

Como era de esperar, Cocca pegó el portazo antes de completar la primera mitad del torneo. El Lobo sólo había vencido a Huracán, y gracias a un juez de línea que invalidó un gol legítimo del Globo. Mientras tanto, Romero era titular en Banfield, Villar la descosía en Godoy Cruz, y Straqcualursi y Teté González hacían lo propio en Tigre. En lugar de Ormeño trajeron a Moreira; para suplantar a Pérez les pareció suficiente con Navarro, Casas y Graf; y al único delantero desequilibrante con que contaba Gimnasia -Cuevas- lo regalaron.

El fierro estaba caliente y Morant y Ortíz tuvieron la valía de tomarlo. La falta de gol se subsanó un poco con la grata aparición de Córdoba, la defensa se solidificó bastante, y la vuelta de Aued surtió el equilibrio que tanto se necesitaba en el medio. Claro que Morant, mago no es. Lo que hizo fue demasiado: subió a varios juveniles, relegó a quienes no están para jugar ni en el patio de la casa, y forjó una identidad de juego.

Pero el mal presente futbolístico sumado al vaciamiento de las arcas del club, fueron el combo perfecto para que el Lobo volviera a mirar atentamente los resultados de los equipos recién ascendidos. Y ahí está Gimnasia, último y con una campaña de 37 unidades en el medio de otras dos (una de 55 que se le esfumará a mitad del año que viene, y otra, hasta el momento, de 11). Un panorama negro, donde la única luz es el cambio de presidencia.

No cometer los mismos errores es el desafío para Delmar y compañía. Morant, por su parte, está capacitado para quedarse. Esta vez sí que no hay margen de error; esta vez va en serio. Los refuerzos deben ser de jerarquía, y hay varios que deben irse: le hacen mal a Gimnasia. Si Delmar no comete los mismos errores que Gisande, entonces el Lobo irá por el camino correcto.


Agustín Colianni

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