Opinión. Un punto de vista acerca de la decisión del cuerpo técnico de jugar sin un 9 definido en el área.
Se sabe que Cappa tiene convicciones muy, muy fuertes. Se sabe que no le gustan los nueves fornidos y que prioriza el juego bonito; esto es, manejar la pelota al ras del suelo, con criterio, sin desesperarse nunca y así, como decantación, deberían venir los goles. Hasta aquí, todo perfecto. El problema surge cuando un equipo que hace lo que Cappa más pregona carece de profundidad ofensiva. Y Gimnasia hoy tiene ese conflicto.
No sirve de mucho ser dueño de la pelota si nunca se la mete en el arco. El Lobo hace eso: gracias a sus jugadores de buen pie, llega hasta las puertas del área rival tocando por abajo y allí nomás se queda sin ideas. La ausencia de un nueve de área, de un grandote, de un corpulento que esté ahí, siempre merodeando el punto del penal, le juega en contra al ataque tripero. Con Lanús se vio claramente: Gimnasia fue dueño del partido, pero chocó con sus propias carencias. Por más que digan lo contrario, Cappa debió meter a Córdoba pasados los quince minutos del complemento. Pero, fiel a sus convicciones, optó por Pacheco, cuyas cualidades se asemejan más al de un delantero que va por afuera.
El 4-4-2 no existió. Gimnasia jugó frente al granate con cinco mediocampistas y un único delantero (en esta función se alternaron González y el Mellizo), y no supo sacar rédito de sus ataques.
¿Lo mejor del nuevo sistema impuesto por Cappa? Gimnasia es quien maneja los hilos del partido. Con el ingreso de Encina en el medio, al Lobo le resultó mucho más sencillo hilvanar grandes jugadas y triangular de mitad de cancha para arriba. Por otro lado, bien por el Maestrico que estuvo muy ágil moviéndose por todo el frente de ataque (Cappa lo utilizó varias veces en ese puesto en Huracán) más allá de no poseer las características que un nueve de área necesita.
No está mal que el técnico utilice este esquema; lo que sí resulta erróneo es que no intente cambiarlo cuando pasaron tres cuartos del partido y se cae de maduro que no está funcionando. Gimnasia necesita salvarse del descenso; eso se consigue sumando puntos; para sumar puntos hay que ganar, y para ganar hay que hacer goles. Si el Lobo continúa siendo estéril frente al arco, seguramente la salvación estará complicada.
El concepto de juego hasta ahora es claro y los jugadores lo entienden bien: juegan bonito, lindo, y en todos los cotejos disputados fueron claros dominadores (salvo en el clásico donde sólo se dominó el primer tiempo, y en el segundo, pese a manejar la pelota, no se pudo lastimar al rival).
Cuando Gimnasia se decide apretar el acelerador lo hace bien, manejando la pelota y siendo dueño del mediocampo. La premisa ahora es conseguir el toque final: el gol. Y Córdoba tiene el arco entre ceja y ceja y puede resultar el socio ideal del Mellizo. Es injusto dejarlo afuera de los once. Cappa debería replantearse eso.