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Fútbol

04-05-2011

CON EL RESULTADO PUESTO

Muchos creían en el proyecto de Cappa, pero con el resultado puesto, traerlo fue una apuesta demasiado arriesgada. Gimnasia está vivo.

Es fácil hablar con el diario del lunes, pero cuando Delmar anunció con bombos y platillos la contratación de Ángel Cappa, había un gran margen de incertidumbre –advertido por casi nadie- acerca de si se trataba del hombre indicado para afrontar las urgencias de Gimnasia. Un Gimnasia que necesitaba ganar ya; que necesitaba puntos como el agua; que ya desde el vamos casi no dependía de sí mismo sino de algunos fracasos ajenos.

Y el Lobo fue al frente: con Cappa y su juego bonito; con el regreso salvador del Mellizo; con la promesa que siempre fue Juan Neira; con la invasión a Estancia Chica de todos los medios nacionales -esos mismos que tenían olvidado y habían pulverizado a Gimnasia-; con la figura de un Maestrico que infundía halagos cada vez que la descosía en partidos amistosos contra equipos de segunda.

Nada importó. Nadie en su momento puso signos de interrogación al nuevo proyecto. Porque Sessa decía que se había armado un plantel para pelear arriba. Porque un marcador que jugó en la Selección de Chile venía a Gimnasia. Porque Cappa era la antítesis de Bilardo. Porque Huracán era mucho peor equipo que Gimnasia. Porque Quilmes y Olimpo se hundirían por sí solos. Todos contentos. Fenómeno. Y el blog de Don Ángel caducó por los mensajes de un millón de profetas triperos que auguraban un cambio de rumbo.

El hincha volvió a creérsela. Así es el tripero, fácil de seducir. Como cuando un tal Muñoz prometió a Pirelli y pidió que le hicieran una estatua. Como cuando un hombre de apellido Gisande vino a ponerle freno a una de las peores gestiones de la historia del Club y todos se ilusionaron con la renovación de autoridades. O como cuando Niell hizo el milagro: allí todos hablaron de un cambio de historia. O como cuando llegó Cocca, de la misma escuela que Cappa, y Marco Pérez hacía presagiar la salvación económica: sólo era cuestión de comprar, invertir, y vender.

Entonces sacaron el pack visitante porque Gimnasia iba a forjar una magnífica campaña. Y el triperío no defraudó y arrasó con las 500 entradas. Y comenzó el ciclo Cappa. Después de San Lorenzo y el penal al Melli, Olimpo se encargó del mazazo inicial: el primer partido clave Gimnasia lo perdía jugando como local. En Santa Fe resucitó la esperanza pero Delmar “priorizó lo económico” en el Clásico y ésta se hizo añicos. Pese a que Estudiantes regaló un tiempo, el Lobo no lo aprovechó. El DT hizo mal los cambios y se quedó sin nada. Otra vez lo mismo. Y Cappa tocó lo que no debía: Córdoba afuera y un único delantero, Guillermo, que tendría que hacer magia frente a las defensas rivales.

Mientras tanto en los entrenamientos de poco más de dos horas y media, el aspecto físico quedaba de lado y algunos se lesionaron. Otros, como Agüero, fueron víctimas de hacer sólo fulbito y se volvieron lentos e inútiles para defender. La defensa fue, justamente, el karma mayor de Gimnasia en la primera mitad del torneo. ¿Era casualidad que los jugadores el Lobo se arrastraran por la cancha en los últimos minutos de los partidos?

El segundo encuentro clave se jugó en el Ducó. Sólo Huracán jugó. Gimnasia se olvidó de hacerlo y a los 15 minutos ya estaba abajo por dos goles. Lesión del Melli y a otra cosa. Después Independiente rompió el maleficio en el Bosque, River se sintió local en el Estadio Ciudad de La Plata y con Arsenal volvieron a faltar cinco para el peso. El peor equipo del torneo, Newell´s, ganó en cancha del Lobo después de 9 partidos. Y muchos, al fin, coincidieron: resulta que el juego bonito sólo estaba en el banco de suplentes, en la cabeza orgullosa de un entrenador con firmes convicciones pero estéril para capear este tipo de temporales.

Hoy, ya sin pelos en la lengua, se puede decir que Ángel Cappa era el nombre menos indicado de todos. Porque en este momento Gimnasia no debe jugar bien; Gimnasia debe ganar. Y once puntos en doce partidos tiran por la borda cualquier tipo de excusa o queja arbitral (hubo tantos errores arbitrales en contra como a favor). Y ya no se trata de culpar a Grondona y a su perverso sistema de promedios: Gimnasia, hoy por hoy, descendería igual porque está último en la temporada.

El ciclo Cappa terminó. Era un giro de timón necesario. Si Gimnasia no lo hacía, era como firmar el acta de descenso directo. Porque el ciclo estaba cumplido, y ese equipo, con la cabeza quemada, no habría sido capaz de afrontar las últimas siete fechas como verdaderas finales.

Los reproches quedan a un lado, ya no sirven de nada. Nadie puede negar que el estilo de juego que proclama Cappa es el mejor de todos. Pero para llevarlo a la práctica se necesita algo más que meros ideales. Se necesitan recursos, y Gimnasia no los tenía. El error fatal estuvo en la Comisión Directiva que no comprendió la situación.

Ahora quedan siete fechas y Gimnasia todavía está vivo. Ni el Lobo ni Huracán sacaron provecho de los malos resultados del otro. Es ganar o morir. Los jugadores deberán transpirar la camiseta como nunca y esperar a que los demás pierdan. No queda otra.


Agutín Colianni

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