Gimnasia pidió jugar en el mismo horario que Huracán y le dijeron que no. Es lamentable, pero el objetivo también se logra en los escritorios.
Días atrás Caruso Lombardi salió a defenestrar la imagen de Gimnasia, afirmando que el Lobo siempre se termina salvando del descenso gracias a algunas ayudas extra. Claro que las declaraciones del DT de Quilmes, lejos de asomarse bajo un manto de seriedad, carecieron del más mínimo fundamento y, una vez más, pusieron en ridículo al entrenador cervecero. De todos modos la imagen del Lobo fue manchada por una persona mediática que no mide sus palabras y parece no tener conciencia de lo que sale de su boca.
El domingo pasado Gimnasia igualó con Racing y entró de nuevo en la zona roja de los promedios. Esta vez al Lobo le faltó la lavandina necesaria para vencer a Racing: el “ayudín” del que habló sin prueba alguna Caruso Lombardi, estuvo ausente. Porque Gabriel Favale le anuló un gol legítimo a Guillermo y porque no midió nunca con la misma vara (hubo tres jugadores de Racing que debieron ser expulsados).
Como si fuera poco, Huracán jugó con el resultado puesto, de local, en el mismo estadio donde semanas atrás se vivió un clima de calvario. Los hinchas tuvieron su merecido castigo; el Club, no. Los de Pompei salieron a su propia cancha sabiendo que Gimnasia había dejado escapar dos puntos y respaldados por una cincuentena de hinchas que los alentaron desde la platea e insultaron a los jugadores de Tigre. ¿Qué clase de castigo es ese? No tiene ninguna lógica: no sólo que los jugadores del Globo se liberaron de la presión de sus propios hinchas, sino que además gozaron del derecho de jugar en su propio territorio, apoyados por un grupo de quemeros y periodistas partidarios, y sin siquiera tener que soportar la presión de la hinchada contraria (en este caso la de Tigre; la próxima fecha será la de Vélez que, si su equipo se corona campeón, deberá ver a sus jugadores dar la vuelta por televisión, en una situación inédita).
Galmarini se retiró de la cancha del Globo haciéndoles señas a los simpatizantes de Huracán que sí tuvieron la posibilidad de acceder a las tribunas. Y mientras la acción del jugador de Tigre fue repudiada por todo medio de comunicación que mínimamente se aboque al deporte, no existieron voces que profundizaran en el porqué de la presencia de personas de Huracán alentando al equipo de Pompei e insultando a los del elenco de Arruabarrena, cuyos hinchas, dicho sea de paso, debieron cumplir condenas ajenas y ver el partido desde la casa.
Cabe preguntarse cuál habría sido la sanción para Gimnasia si los incidentes de Huracán-Estudiantes se hubiesen producido en el Bosque. Para suponerlo sólo basta con remontarse al Gimnasia-Newell´s del 2005, donde por un mínimo desbande en la zona de vestuarios el Lobo tuvo que pagar el precio de mudarse al Estadio Ciudad de La Plata. ¿Dónde está el supuesto “ayudín” para Gimnasia?
En la anteúltima fecha del Clausura podrían definirse cosas de gran importancia. Desde AFA dieron a conocer la diagramación de los partidos y, otra vez, a Gimnasia le apuntaron con todos los dardos: el Lobo visitará a All Boys el sábado a las 18:20 horas, mientras que su competidor principal, Huracán, recibirá a Vélez un día después, con la ventaja de conocer el resultado de Gimnasia. De las últimas siete fechas, Huracán jugó después que Gimnasia en seis.
El peso de los dirigentes triperos en AFA asoma como casi nulo. Son horas decisivas y resulta primordial que el Lobo ejerza la presión necesaria para jugar en igualdad de condiciones con Huracán. Nadie pide ayudas extra; el único deseo de los triperos es que las posibilidades de los equipos que pelean por no descender se nivelen de una vez por todas.
Tan sólo dos fechas separan a tres equipos de un mismo abismo, del que sólo uno se salvará. A Delmar le llegó la hora de poner el grito en el cielo. Pero no obtuvo respuestas. Lo ignoraron. Y así estamos. Hay que seguir insistiendo; basta de dejar que manoseen al Lobo. Gimnasia, Huracán y Quilmes deben jugar a la misma hora. El sistema televisivo debe permitirlo, porque si el negocio supera por amplio a la sana competencia entonces todo está perdido.
Muchos dirán que es lo mismo y eso vienen sosteniendo. Sin embargo, a la vista está la situación ocurrida el fin de semana pasado, cuando Huracán viendo que Gimnasia no ganó “puso todo” y se llevó un triunfo clave en la pelea. Los objetivos se logran en la cancha, pero en este fútbol miserable, también en los escritorios.
