Caminar por la cornisa parece ser el nuevo deporte de nuestro querido Gimnasia. Una nueva temporada está llegando al final...
Caminar por la cornisa parece ser el nuevo deporte de nuestro querido Gimnasia. Una nueva temporada está llegando al final, luego de 41 extenuantes partidos, esa peligrosa apuesta a la que los triperos nos estamos acostumbrando peligrosamente.
Con cada Promoción ganada aparece un único pensamiento: “Zafamos. La próxima hay que hacer bien las cosas. Otro año más así no vamos a aguantar". Pero luego el paso de los partidos va haciendo que todos los hinchas se vean acorralados y se termina por agradecer llegar a jugar los dos partidos que completan el fixture del promedio.
Ahora nos dicen que el año próximo tendremos que hacer dos campañas excelentes. No es cierto. Gimnasia perderá los puntos que le significaron un séptimo y un octavo puesto, por lo que con lograr un gran torneo, el otro puede aspirarse a terminarlo de mitad de tabla hacia arriba. Cierto es que, para lograrlo, no se podrá seguir con tres victorias por torneo. Y eso no depende del resultado de esta tarde, ya que la necesidad imperiosa de retomar la senda del triunfo será en cualquier categoría.
Un periodista capitalino me dijo una vez que “no se sabe cómo, pero siempre hay un milagro para que Gimnasia se salve”. Los cruces que le han tocado hasta aquí en la Promoción parecen darle la razón. De uno u otro modo, Gimnasia ha logrado esquivar a los rivales de más fuste. Y sino que le pregunten a River o a Central.
Con cinco equipos que dividirán distinto (suman mucho cuando ganan, pero les duelen mucho los puntos que dejan en el camino al empatar o perder), de superar el duro escollo que hoy le presentará San Martín de San Juan -justo es recordar que al Lobo sólo le servirá lograr un triunfo-, la próxima temporada demandará que aquel club que salga victorioso en esta Promoción obtenga muchos puntos, pero esos cinco rivales también. Y el fuste de una categoría en la que ya no estará River Plate permite imaginar una mejor campaña de las que Gimnasia ha logrado hasta aquí.
Cierto es que, más allá de la exigencia que los números indican y del resultado del partido del jueves, en la categoría en la que le toque jugar la temporada siguiente Gimnasia debe perfeccionar la senda que se ha trazado y ha comenzado a transitar.
La renovación en el plantel es absolutamente necesaria; quitará presión a piernas desgastadas por tres temporadas de angustia que sólo se descomprimieron tras jugar la Promoción, pero retomaron la tensión en la primera fecha del torneo siguiente.
Pase lo que pase con San Martín, Gimnasia deberá concentrarse en reforzarse con lo mínimo indispensable para así cuidar también las finanzas del club, poder reconstruir su estadio y saldar las deudas de años. Para ello será central el papel de los pibes de inferiores, a quienes nadie conoce mejor que los actuales técnicos de Primera División.
En caso de que finalmente se decida incorporar a otro cuerpo técnico, es importante conservar cerca del plantel a quiénes mejor conocen a los futuros jugadores del club. Y central será también la presencia, desde dónde desee acompañar, de ese gran ídolo al que hoy despedimos: Guillermo Barros Schelotto.
Como bien sabe quien se ha acostumbrado a caminar por la cornisa, los pasos hay que afirmar bien cada paso y darlos de a uno por vez. Por eso será importante que este Lobo equilibrista pise fuerte el jueves en el Bosque ante su rival cuyano para seguir caminando hacia el Gimnasia que soñamos.
