Es lo que ha demostrado, lamentablemente, Gimnasia a lo largo del Torneo Clausura. Tiene menos de lo que merece.
De los seis encuentros disputados cayó en cuatro y en ninguno de estos cotejos jugó peor que su rival. Sanguinetti le ha dado orden y modo de juego al equipo, pero los resultados no acompañaron.
Cuatro casos
Tigre: Descuidó el sector izquierdo con Piarrou desacomodado de perfil y Landa lesionado, permitiéndole al rival dos goles en cinco minutos.
Argentinos: Partido trabado, mal jugado por ambos con algo de predominio albiazul. Llegó un pelotazo del arquero, peinó la pelota uno de los delanteros y el carrilero derecho realizó la diagonal hacia dentro; superó un solo defensor y definió ante el arquero. Colocó al Bicho en ventaja y abrió el partido.
Boca: El mejor partido de Gimnasia en el torneo. Superó al equipo de Ischia en todas las líneas, lo maniató y le llevo peligro al arco. Expulsado Maidana quedo con un hombre de más, se desconcentró por cinco minutos y llegó el gol de Palermo de penal.
Independiente: Similar al encuentro en La Paternal. Partido equilibrado pero a partir de algunos descuidos en el traslado del balón, llegaron tres contragolpes rivales que finalizaron en gol.
La sensación que deja Gimnasia es que los demás equipos le ganan casi sin proponérselo. Es decir, no necesitan arriesgar demasiado para llegar al gol.
En cambio, el equipo del Topo realiza el esfuerzo tratando bien el balón para atacar y comete el peor de los pecados: avanzar sin crear demasiado peligro. En ofensiva no termina las jugadas y queda desacomodado fácilmente expuesto al contragolpe.
En la situación que atraviesa el Lobo parece que la manera de encarar los partidos debe ser más cerrada y si toca perder; al menos vender cara la derrota.
