Un análisis del mercado de pases actual que se remite a una nueva realidad. Nota de Juan Manuel González Arzac para Letra G.
Juan Manuel González Arzac
Periodista del Diario Diagonales – La Plata
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La nueva realidad impone otras condiciones. Ya no hay tiempo para lamentos ni lágrimas, sino que se ha instalado ahora el sueño del regreso inmediato. ¿Hay culpables? Por supuesto. Y merecen el recuerdo eterno. Pero el mapa futbolístico de Gimnasia cambió notoriamente y eso instaló diversas condiciones como consecuencia.
Políticas deportivas inefables han marcado el andar sistemático de los últimos tiempos. Aquellos 13 años que condujeron al Lobo al abismo tuvieron su oportuno análisis y conclusión. Hoy, tras el descenso y el inminente comienzo de una nueva era en la B Nacional, el presente emplaza el inicio de otra etapa la cual precisa, exige y merece una distinción respecto de su antecesora.
La creación efectiva de un Departamento de Fútbol después del fracaso rotundo en el mercado de pases de enero de 2011 (tres de los peores refuerzos de la última década), marcan el fresco proceso futbolístico que emana de esa primera diferenciación.
Darío Tempesta fue quien deslizó el nombre de Osvaldo Ingrao para la conducción técnica del equipo, al mismo tiempo que, junto al flamante entrenador, arribaron a un análisis exhaustivo sobre la verdad de un plantel que perdió cerca de 15 profesionales (la mitad titulares) y que obligaba la inclusión de nombres de experiencia (el promedio de edad de los salientes es próximo a los 28), sobre esto buscaron los refuerzos e incorporaciones, aunque sin apartarse de una esencial condición: el equipo.
Es evidente que la política de refuerzos se fijó en base a los nombres importantes que iban a seguir, como Monetti, Benítez, Casco y Capurro (luego de resolver su situación). Entonces se establecieron prioridades: una suculenta delantera, complementos defensivos, un volante central elemental y sustitutos equivalentes, quedando pendiente la atención sobre los carriles en caso de utilizar dos líneas de 4.
El Indio definió rápidamente el qué para luego armar el cómo. Qué quiero y cómo lo quiero. Ejemplo de esto es Choy, quien llegó para ser claramente titular en la función de armador en un sector vacío, y también lo es Viola, decididamente el suplente que Casco no tenía. El DT se definió próximo al 4-4-2 pero evidenció la aptitud de un plantel flexible, con explosión sobre las bandas, pues cambió su idea y prefirió confiar en un 3-3-2-2 absolutamente versátil. Tal movilidad estructural se referencia a las características de los refuerzos, siendo casi todos capaces de desempeñarse en más de un rol, al mismo tiempo que los ocho firmantes hasta aquí cumplen con el requisito primordial de equilibrar la juventud del plantel (promedian los 28 años).
Pocos saben qué condiciones impone la categoría para presagiar el destino del Lobo y por consiguiente el rendimiento de las incorporaciones. Pero en igual proporción, y comparativamente con la cantidad de nombres que sumaron el resto de los equipos de la divisional, es indudable que la política de mercado de Gimnasia estuvo signada por el objetivo de consolidar las bases a partir de una formación definida y sólida. El tiempo dará su veredicto.