Se confirmó que Gabriel Pellegrino, junto a Reyna y otros colaboradores a cargo del Departamento de Fútbol, se alejan del Club.
Otra jornada de caos y acefalía dirigencial que lastima a Gimnasia y que no hace más que dejar en evidencia que los personalismos aún prevalecen por sobre el amor a la institución.
Luego de que Tempesta se bajara del viaje a Córdoba por pedido de Ingrao y los jugadores; Gabriel Pellegrino tomó la decisión de bajarse del barco que comenzó a comandar por pedido mismo de la comisión directiva.
Nunca fue claro, nunca se puso sobre la mesa su proyecto, los sueldos, los alcances y las limitaciones de este grupo de personas que asumió un rol fundamental sobre el cual semanas antes de las últimas elecciones había remarcado “no tener la solución”.
Y así transcurrieron apenas algunas semanas, entre que se llenó de gente Estancia, y todos opinaron, dijeron, desdijeron, acusaron y buscaron siempre la oportunidad de poder meter algún dato en algún medio en busca de reconocimiento público.
Y Gimnasia lo paga. Primero con falta de idoneidad de la dirigencia para resolver problemas para los que fueron electos. Ahora con el alejamiento masivo. Luego será dentro de la cancha con un técnico cuestionado y si se va, lo pagarán los jugadores que “él trajo”, cuando llegue el nuevo DT y los saque porque “yo no los pedí”.
Minutos después de la reunión de esta noche y del alejamiento de Pellegrino y su tropa, salió nuevamente a hablar el vicepresidente Bernardo Supera, quien remarcó que Tempesta sigue porque tiene contrato con el Club, mientras que Ingrao tiene todo el respaldo dirigencial para seguir al frente del equipo.
En las malas hay que estar lo más cerca posible del Club. Pero está claro que con Gimnasia no se juega. Y este desastre que se está haciendo tiene que tener un final inmediato para replantear políticas, reestablecer objetivos y demostrar la firmaza política suficiente para dirigir la institución. Si no es así, que cada uno tenga la grandeza de dar un paso al costado y llamar a elecciones.