El 2011 no fue un año más para Gimnasia. En 12 meses muy movidos pasaron y cambiaron muchas cosas en todos los aspectos del Club. Pasaron técnicos, pasaron jugadores, pasaron ídolos, pasaron categorías. Claro que lo que no pasó fue la hinchada, que siempre está presente cualquiera sea la circunstancia.
El último partido del año se disputó en el Bosque y en pleno 10 de diciembre, un día esencial en el calendario tripero. El Lobo necesitaba ganar para comenzar el 2012 en una posición expectante, y así fue. Enfrente asomó Huracán, cuyo técnico, Diego Cocca, es uno de los responsables directos de que hoy Gimnasia esté donde está (pese a que él mismo lo ignora y afirma lo contrario). Claro que, si se buscan más culpables, no alcanzarían ni los márgenes de miles de hojas para enumerarlos. Es que al Lobo lo destruyó de a poco un gentío impiadoso, desvergonzado e incapaz de actuar sin buscar su propio beneficio.
Gimnasia despidió el 2011 con la certeza de que lo peor seguramente ya pasó. Al menos no se puede caer más bajo de lo que ya se ha caído. La premisa, de ahora en más, no será otra que crecer: en lo futbolístico, con Pedro Troglio como sustento principal e inmejorable (si hubo algo positivo este año fue su retorno); en lo institucional, con una comisión directiva que revalidó su apoyo (fue por un margen muy estrecho, pero al fin y al cabo lo revalidó) en las últimas renovaciones de autoridades, y que por lo tanto deberá trabajar arduamente para llevar a Gimnasia al lugar que la historia manda (tiene que hacerlo sí o sí bajo un manto de transparencia que hasta ahora, lamentablemente, no tuvo lugar); en lo social, con la siempre eficaz respuesta que los socios e hinchas triperos ofrecen día a día en pos del beneficio de la Institución; en lo político, considerando como esencial la unificación de pensamiento o al menos la posibilidad certera de que exista el diálogo permanente, respetuoso y metódico entre las diferentes aristas que hoy rodean al Club, a fin de consensuar siempre lo que sea mejor para Gimnasia; y en lo infraestructural, con el proyecto del estadio del Bosque como elemento sustancial para las aspiraciones triperas.
El 2011 no debe olvidarse sino todo lo contrario: hay que recordarlo como el año en que Gimnasia naufragó tras largo tiempo remando en la dirección equivocada. Debe tomarse como ejemplo para no volver a cometer los mismos errores, y para tener bien en claro que Gimnasia está más allá de todo, que trasciende aspiraciones personales y que, en cualquier circunstancia, debe salvaguardarse antes que otra cosa. Porque no es el individualismo el que traza los caminos del éxito en los mapas de un club, sino la acción colectiva y mancomunada de los actores que lo componen. Pero la necedad política y la corrupción encolerizada fueron rey y reina de un letargo al que Gimnasia debe sobreponerse con urgencia. ¿Cómo hacerlo? Mediante la comunión de fuerzas de los responsables directos de que el Lobo aún permanezca de pie –claro está: los hinchas– y aquéllos que hoy por hoy los representan en los escritorios.
Los hinchas del Lobo (sólo los verdaderos: abstenerse aquéllos que se proclaman hinchas y sólo son sanguijuelas que vivieron y viven a costa del Club) este fin de año deben brindar por un 2012 acorde a lo que Gimnasia se merece. Brindemos por ser hinchas del Lobo. Brindemos por lo más lindo que nos tocó. Brindemos por pertenecer a una cofradía inextinguible que nunca abandona y siempre va por más. Y por sobre todas las cosas, brindemos con el vaso lleno y con la certeza de que si como hinchas y socios triperos tomamos partida de las oscilaciones que rodean a Gimnasia, seguramente el Club mejorará sustancialmente.
