Que el árbol no tape el Bosque. Más fríos tras la victoria, el objetivo pasa por no creer que lo peor ya pasó.
La euforia tras la emocionante y por demás traumática victoria frente a Olimpo nos hizo perder de vista algunos puntos.
Por ejemplo, jugamos contra el peor equipo del torneo y estando en ventaja tanto numérica dentro del campo como en el resultado, nos retrasamos al punto de permitir que nos empaten con un penal, por demás infantil, sobre la hora.
Claro está que después la suerte -¡por fin!- estuvo de nuestro lado y nos regaló un triunfo salvador.
Este triunfo que oficia de árbol no tiene que taparnos el otro objetivo por el cual luchamos antes de jugar frente a Olimpo: Jugar en el Bosque. Que el árbol no tape el bosque. Una vez más.
Ahora se viene Banfield. Mientras el equipo titular cae derrotado frente a los supuestos suplentes nos preguntamos si la excusa del cansancio es válida para una pésima práctica de fútbol, que de más está decir, que debe ser tomada como tal aunque no menos preocupante.
El trabajo tras el aliviador triunfo no nos puede, ni debe, relajarnos a nosotros, los hinchas, ni a los jugadores porque, si bien se ganó un partido de suma importancia, no se salió del fondo de la tabla ni mucho menos estamos salvados para la temporada que viene.
Este triunfo y la racha de tres partidos invictos, nos tiene que fortalecer para seguir trabajando juntos con el único objetivo que existe, sacar adelante al Lobo. Cosa que algunos pesimistas parecen no querer, poniendo piedras en el camino.
Así no muchachos. Críticas constructivas sí, malintencionadas no.