Gimnasia jugó su mejor partido en lo que va de la temporada y ya piensa en el viaje a Misiones. Esta tremenda racha positiva es el fiel parámetro del presente sólido que ostenta el equipo de Pedro Troglio. Mantener la idea central, esa misma que comenzó a palparse en la derrota en Junín, resulta primordial para no desvanecerse. OPINIÓN
Que Gimnasia halló el equipo ideal hace varias fechas no es novedad. Sí lo es que el Lobo jugó su mejor partido de la temporada el pasado sábado en el Bosque y ante Douglas Haig.
Muchos podrán esgrimir que la mejor versión tripera se vislumbró en Bahía Blanca, en aquel contundente cachetazo que el equipo de Troglio le propinó a los bahienses, en su propio territorio y con un margen más que ostensible. Es ciertamente discutible. Aunque Gimnasia, más allá del 3-0 final, en aquella oportunidad no dominó el trámite del partido de principio a fin como sí lo hizo frente a los de Pergamino.
Aquí entran a jugar otras cuestiones: como que se trató de una parada bravísima, en un terreno casi inexpugnable y que, por lo tanto, pasar algunos momentos de zozobra resultaba una fija de antemano. Y así sucedió: en Bahía Blanca Olimpo fue más peligroso que el Lobo en los primeros minutos del cotejo. Gimnasia se acomodó tras abrir el marcador; por cierto, lo hizo con un criterio asombroso, sin desesperarse y decidido a liquidar el pleito con ataques rápidos y precisos.
Ante Douglas, la historia fue distinta. El personaje principal, de comienzo a fin del cuento, fue Gimnasia. Si hasta se puede decir que Monetti se aburrió bajo los tres palos. Todo, claro está, en un contexto que en los papeles se había presentado como complicado. Porque Douglas había remontado en las últimas fechas, porque Mostaza Merlo había ejercido un lavado de cabeza en el plantel pergaminense y porque al Fogonero no le convertían con frecuencia.
El Lobo vapuleó cualquier alerta pesimista; sacó pecho y se plantó en su cancha, decidido a demostrar que, en el Bosque, buscará llevarse por delante a cualquiera. Y la resolución llegó en la inmediatez: a los 20 minutos de juego Blengio ya había abierto el marcador y la historia comenzó a cerrarse cuando García emergió con todo su potencial.
Gimnasia es un equipo que sabe a lo que juega, que adquirió un patrón futbolístico reconocible y que no está dispuesto a cambiar. El once sale de memoria; se repite una y otra vez en los distintos estadios de la B Nacional.
El Lobo trepa y, si bien mira de reojo a sus perseguidores, cada vez se despreocupa más por ello: Troglio sabe más que nadie que la dependencia de uno mismo, únicamente de uno mismo, es factor esencial para lograr objetivos. El de Gimnasia, claro está, ya lo conocen todos: es volver a Primera División, el lugar que le corresponde por grandeza e historia. Resulta difícil vaticinar un traspié catastrófico para las aspiraciones triperas. Porque la confianza está, el juego también y la premisa es una sola: si Troglio y el plantel que comanda no se salen del libreto, el ascenso está a la vuelta de la esquina.