En los últimos partidos, como en gran parte del campeonato, el Lobo volvió a evidenciar que, más allá de sostener un once titular sólido y afianzado, los recambios pocas veces surten efecto y casi nunca son solución. ¿Por qué los jugadores suplentes pocas veces rinden como lo hacen los titulares? ANÁLISIS
Gimnasia es un equipo muy corto en cuanto a plantel y lo confirma fecha a fecha. Los jugadores que se sientan al lado de Troglio en el banco nada tienen que ver con los once que entran a la cancha. Y ojo, la diferencia no es sólo futbolística, también es anímica y actitudinal. Es cierto que no es fácil entrar en un equipo tan consolidado, como lo era el Lobo hace dos fechas atrás, donde nadie dudaba de la formación inicial, que incluso llegó a marcar un récord histórico por su repetición a lo largo de las diferentes fechas. Sin embargo, ninguno de los que está afuera hizo un poco de mérito, o fuerza al menos, para ganarse un puesto en la inicial.
Bangardino está opacado por un Monetti impecable, que sólo iba a salir en caso de sanción y así sucedió. Tendrá su chance en esta fecha de demostrar que está listo para salir a la cancha y no sentir la inactividad, haciendo olvidar al Mono. Los defensores casi no tienen actividad, ya que muy pocas veces les tocó ingresar y sólo lo hicieron para cerrar un partido.
En el medio, Miloc tuvo algo de juego y no supo cubrir del todo la ausencia de Pouso, quien en sus partidos afuera fue extrañado por los triperos, por su orden, sacrificio y fundamentalmente su experiencia. Maximiliano Meza es un juvenil que está haciendo sus primeras armas y el cual por ahora no ha demostrado tener la capacidad de colaborar saltando desde el banco, siendo un jugador con mucha técnica pero con graves problemas para meterse de lleno en el trabajo de equipo, al menos cuando las revoluciones piden otra cosa. Jonathan Chaves, ya con vasta trayectoria en la categoría, parece desconocido. Su fuerte, la pegada con una zurda privilegiada, falla cada vez que Gimnasia lo necesita. Cuando entró fue todo imprecisión y nunca pudo otorgarle soluciones al equipo.
Al meterse en el análisis de la actuación de los delanteros suplentes, los nervios del hincha suben. Matías Quiroga, tan cuestionado en su primer torneo en el Lobo, fue el que más minutos tuvo, siendo la rueda de auxilio en partidos cerrados en donde el equipo debía quemar papeles e ir en busca de la hazaña. Tuvo su minuto de gloria frente a Banfield, aquella noche en que bajó la pelota para la entrada y definición de García, y no mucho más. Cada ingreso suyo fue un pelotazo tras otro en una búsqueda aérea casi siempre deficiente. No hizo goles en el torneo, ni tampoco tuvo situaciones demasiado claras para convertir. A su lado, como segunda opción, apareció el moreno Peralta, un juvenil con algo de tránsito por la cancha, cuyo pasado le dio cierta chapa para ser considerado por Troglio ¿Dónde quedó aquel Peralta de los primeros tiempos? Nadie lo sabe. Cada vez que le toca entrar parece desganado, completamente desconectado del resto del equipo e incluso sobrepasado fisicamente por las defensas rivales.
No es casualidad la repetición constante de formaciones por parte del entrenador, incluso ante niveles bajos momentáneos de algunos de los titulares. Troglio mira hacia el banco y no encuentra soluciones. Habrá que rezar para que las ausencias no sean tantas, ni se produzcan lesiones de gravedad. En estas últimas fechas, serán los once y alguno que quiera sumarse, contra todos.
