Otra vez la misma historia. La ingenuidad y la falta de carácter dentro de los once nos llevó a la derrota.
Si había un punto de inflexión para estos jugadores, era hoy. La posibilidad de salvarse y trepar al menos un escalón o condenarse como lo hicieron.
Una Institución, en lo que a fútbol respecta, se basa y sostiene con cuatro patas: dirigentes, jugadores, cuerpo técnico y la hinchada.
Hoy esas, al menos tres de esas patas, están desarmadas (cuerpo tecnico, jugadores y dirigentes). Por un lado el cuerpo técnico no logra encaminar la situación desde su posición y tiene que sufrir a jugadores que no saben de lo comprometida que es esta situación. Se borran y no aparecen cuando se los necesitan.
Y los dirigentes, que parece no palpar el delicado momento y parecen ver una realidad distinta a la del resto.
La gente, la hinchada, aquel que hace el sacrificio de ir e ir, esos están firmes pero hasta acá llegaron. Banderazo, apoyo, movilizaciones y una salida tan única como impresionante acorde a lo que marca la historia.
Todo eso hace la gente para demostrar su fe, su pasión, sus ganas de salir adelante, su forma de expresión para decir “estamos”.
Pero nada se sostiene con una sola pata, no de esta forma.
Si estamos a tiempo de salir adelante es una pregunta que nos tenemos que hacer todos, pero seguro que si le preguntamos al hincha, él dirá que si. El tema es que el hincha no juega, no dirige y no conduce. Solo alienta, apoya y lo hace bien.
Pero hoy hubo un quiebre, y la gente no soportó más este manoseo y lo está expresando en todos lados. No pretende callarse porque sabe que para salir hay que estar y no borrarse, como algunos pretenden hacer cuando las papas queman.
