Hace casi dos años, Pedro Troglio volvía a Gimnasia para hacerse cargo de un equipo con promedio de B Metropolitana que asustaba. No solo ascendió al Lobo a Primera, sino que estampó un sello futbolístico, vislumbrando un proyecto que ya lleva dos años, en detrimento de tantos DT que pasaron casi sin ideas por el club. ANÁLISIS
Guillermo Sanguinetti, Leonardo Madelón, Pablo Fernández, Diego Cocca, Pablo Morant, Ángel Cappa, Darío Ortiz y Osvaldo Ingrao. Fueron ocho técnicos los que pasaron por Gimnasia de 2008 a 2011 hasta que llegó Pedro Antonio Troglio. Fueron tres años de un declive futbolístico que conllevó en el descenso del primer equipo a la B Nacional, y estando en dicha categoría casi en lo mas bajo con 0,889 de promedio, en puestos de la B Metropolitana. Todo hasta que llegó el hombre nacido en Luján, hace poco menos de dos años.
En octubre de 2011, el Lobo se enfrentó contra Gimnasia de Jujuy en el estadio del Bosque, y Pedro se hacía cargo del equipo, el mismo que le ganó a su homónimo 1-0 con el gol del uruguayo Gonzalo Vargas. Y de allí en adelante, Troglio iba a tener una historia ya conocida: un intento sin chances de acercarse al lote de los punteros, una dura pretemporada, un torneo complicado y duro que derivó en el retorno a Primera y, ahora, un buen andar en las primeras fechas del Inicial 2013.
En estos dos años de Troglio en Gimnasia fueron 71 partidos disputados: 36 ganados, 21 empatados y 14 perdidos, números que sirven meramente para las estadísticas. Lo que queda plasmado no es solo los puntos obtenidos o no, sino el trabajo que Pedro junto a todo su cuerpo técnico realizaron en el Lobo, desde forjar una idea de juego, potenciar a los juveniles para que se asienten en el equipo, hasta la preparación física, técnica y táctica.
Troglio establece un proyecto en el club, donde se mantiene una ideología y se sostiene en el tiempo. Años anteriores, Gimnasia fue un claro ejemplo de una antinomia de esto y, este cuerpo técnico y la dirigencia que decidió sustentarlo, configuran un planteamiento y una concepción que debe celebrarse.
