Gimnasia se perfila de la mejor manera no sólo para alcanzar el techo de 25 puntos propuesto en el inicio sino para superarlo. OPINIÓN
A tener cuidado: a Gimnasia le convierten con cierta facilidad cada vez que le llueven centros. La pelota parada en contra se ha transformado en el enemigo más temible de un equipo que, sin embargo, ha sabido corregir viejos errores en otros sectores del campo de juego.
A Gimnasia le llegan dos veces y en una se la embocan. Es clavado. También es curioso, pero la ecuación halla la repetición de sí misma hace un buen tiempo. Y lo viene repitiendo el mismo Pedro Troglio, conocedor como nadie de los vaivenes habituales del fútbol argentino (hoy te toca determinada cosa; mañana, otra distinta). Al Lobo hoy le toca esto: ser dominador claro y permanente de los partidos, pero sufrir en potencia cada vez que tiene que defenderse.
Los últimos tres encuentros sirven de ejemplo e invitan a la reflexión: Tigre, Olimpo y Arsenal. Los tres la pasaron mal ante un Lobo que mostró ambición, carácter y concentración, pero todos ellos aprovecharon situaciones puntuales para rascar sucesivos empates sin merecerlo –el caso de Tigre es más discutible, porque con un hombre de más sí supo cómo acorralar a un Gimnasia replegado.
Lo bueno es que el Lobo podía darse ciertos lujos gracias al buen colchón de unidades obtenidas hasta el momento. Además, en los papeles previos, casi nunca es malo igualar en condición de visitante, y más ante un equipo de extrema dificultad como lo es el de Gustavo Alfaro. Igual, el Lobo no puede confiarse ni relajarse más: con Racing hay que ganar.
En el horizonte asoman seis fechas esenciales que determinarán el futuro de este equipo. El techo de 25 puntos pensado en los albores de la temporada está muy cerca. Incluso, ni los pesimistas pueden mantener márgenes para la duda y colocar el cumplimiento del objetivo entre signos de interrogación. Porque está claro: con este nivel de juego y pese a todas las bajas por lesiones y sanciones, Gimnasia tiene de sobra para arreglárselas más que bien y superar esa barrera.
Entonces, es hora de ambicionar un poco más allá de lo que propios y extraños consideran como normalidad. Porque Gimnasia ya no está solamente para quedarse en Primera División. Gimnasia debe trabajar pensando en objetivos superadores.
Acariciar los 30 puntos. Permitirse soñar con algo más que engrosar el promedio. ¿La clasificación a alguna copa? ¿Por qué no? Este Lobo ha dado muestras de eficacia, efectividad, potencial, solidez y sapiencia dentro de la cancha. Es cuestión de seguir arrimando el bochín y mantener la línea. Lo bueno vendrá por cuenta propia.