El torneo acaba de empezar y habrá que esperar para saber de qué manera seguirá el Lobo. Sin embargo, hay que cambiar la cara. OPINIÓN
Es temprano para sacar conclusiones. El campeonato recién lleva noventa minutos de historia y habrá que esperar para saber de qué manera seguirá esta historia. Sin embargo, la inobjetable derrota tripera en el Monumental se enmarca en una serie de denominadores comunes que vienen avisando posibles fallas. Es por eso que no se puede juzgar de forma apresurada el rendimiento deportivo tripero, pero sí alertar sobre las notorias falencias.
En cuatro amistosos de pretemporada (Estudiantes de Caseros, Douglas Haig y dos clásicos de verano) el Lobo de Pedro no deslumbró y estuvo siempre más preocupado por cuidar las formas sin sorpresa. Un equipo retraído, que intenta la presión como método, pero se queda sin nafta y padece una notoria falta de creación ofensiva.
No hay ideas, no existe desequilibrio y su virtud guerrera en todas las líneas no brinda demasiado éxito. Al Lobo se lo nota quedado y cuando pone primera cae en imprecisiones y no enlaza sus buenas intenciones en el campo de juego. Faltan ocasiones de gol, fluidez futbolística y a veces vértigo.
Muchos podrán decir que existen interrogantes y ausencias.
Está claro que el Lobo necesita saber cuáles son las mayores virtudes de Gustavo Bou y Álvaro Fernández, últimos refuerzos que apuestan a consolidar el espectro de ataque, como así también desea recuperar a dos jugadores que han sido importantes en este último tiempo: Nacho Fernández y Maximiliano Meza.
Con este panorama llega la incertidumbre. No hay otra alternativa que tener paciencia y esperar la evolución del equipo aunque se está empezando a notar el poco recambio y la existencia de un plantel corto con algunos jugadores por debajo de un nivel óptimo para la competencia.
En minutos se viene Newell´s, en otra prueba de alto calibre. Un partido que habrá que ganar para recuperar la confianza, aspecto decisivo en los equipos de Pedro.
